Capítulo 43

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Y hoy, me proclamo reina. 

Pasaron los días y por fin llegó la esperada Gala. Porque sí. Estaba deseosa de asistir. Quería salir y no pensar más en todo lo que estaba pasando en casa. Olvidar mi vida y aunque sea por una noche, ser una mujer distinta. Como aquella vez que conocí a Ben.

Una libre, empoderada, segura de si misma. Eso quería ser. Erika ya me había machacado la autoestima muchas veces durante esa semana.

Entré al enorme vestidor. Estaba repleto de ropa cara y refinada. Era como pasear por una tienda, con la pequeña diferencia de que todo eso era mío. Esta vez me permití no tener pudor en agarrar lo más elegante y exquisito.

Elegir el candidato perfecto fue más complicado de lo que había pensado. Entre las seis opciones que escogí, cada una de ellas era especial a su manera y eso complicaba mi decisión. Me di una última vuelta para ver si dejé algún rincón sin mirar.

Y allí estaba, un diseño tan espectacular y idóneo para la ocasión, que como diseñadora me dejó sin aliento. No sabía como se me había pasado algo tan bello. Era como si había aparecido allí por arte de magia.

Me lo puse y me admire en el espejo. Una sonrisa se dibujo en mis labios. Di un retoque a mi labial y ya estaba lista para irme. Cogí un bolso que convinaba con el vestido y baje las escaleras intentando no caerme con esos finísimos tacones.

Abajo estaban Joseph y Erika, a punto de irse a una cena de "negocios". Estaba casi al cien por cien segura de que era una maniobra de ella para estar a solas con él. Pero hoy, sorprendentemente nada de eso me importaba.

– ¿Dónde vas vestida así? – preguntó Joseph.

Pasó de estar babeando a una cara de pocos amigos en segundos.

Verme así desde luego le marcó.

– A la gala de los Becket.

– ¿No escuchas cuando te hablo? Te dije que cancelaras mi asistencia. – objetó.

Pero a pesar de no gustarme el tono que estaba usando, no me inmute y no le deje ver mi molestia.

– ¿Quién dijo que iría contigo? – solté caminando hasta la puerta.

De reojo pude ver cómo se quedaba boquiabierto y algo atónito.

– ¡Espera! Creí que ibas a estar en casa cuidando a Julen. – chilló Erika agarrandome por el brazo para pararme.

– ¿Por qué debería? Tengo algo que hacer y tienen dinero de sobra para contratar la mejor niñera. Dicho esto, me voy, me están esperando.

Me libere cuidadosamente de su agarre, para que sus uñas de bruja no arrañasen mi piel en el intento.

– No puedes irte como si nada.

– Claro que puedo. Así como lo haceis ustedes. Hernán me escoltara por si os preocupa.

No quise explicar nada más, me fui. Dylan me había dicho que me esperaría en una calle que estaba cerca de la mansión. Le había dado esa dirección porque sabiendo lo celoso que era Joseph si lo hubiera visto montaria un numerito. Y Dylan era un gran hombre que no tenía por qué aguantar sus estupideces.

Hernán me seguía, para garantizar que esa noche no iba a acabar en un desastre.

Vi a Dylan, apoyado sobre su coche, leyendo algo en su celular. Se dio cuenta de mi presencia y sonrió mostrando sus dientes. Llevaba un traje formal negro y sería una mentira no admitir que lucia jodidamente caliente.

Mi dueño y jefe © (+18)Where stories live. Discover now