Capítulo 41

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Sentimientos prohibidos. 

Adley estaba demasiado firme en su decisión de mantenerse al margen. Pero yo simplemente no podía dejarlo así. Era incapaz de permitirle a esa mujer aprovecharse de mis seres queridos.

Si Joseph estaba tan seguro de que el niño era suyo, entonces era su responsabilidad. Dejando eso de lado, estaba convencida de que ella quería algo más que un fajo de billetes.

Porque buscando su nombre en Google me encontré que era una modelo muy exitosa, a la altura de Nikole Millan. Pero a diferencia de ella, la falsedad de Erika se notaba a kilómetros. O por lo menos yo lo percibía así.

Era buena posando sí, tenía buen cuerpo, también, una sonrisa cautivadora, unos ojos hechizantes...

Frena, frena, Sen, ¿estás celosa de ella? Me preguntó mi subconsciente.

Sí, estaba celosa de Erika.

Y temía perder a Joseph por su culpa. El amor que sentía por ella jamás se apagó y estaba en peligro de quemarme y salir lastimada.

Negué con la cabeza intentando sacar esos pensamientos negativos de mi mente. Justo cuando iba a dejar mi móvil en el bolso, una llamada entrante iluminó la pantalla.

- Buenos días. - la voz mañanera de Joseph me provocó un leve cosquilleo.

- Hola. - respondí seca.

- ¿Sigues cabreada? Ayer hice el papeleo para comprar una casa nueva. ¿Estarás más cómoda sabiendo que es tan grande que difícilmente podrás cruzarte con ella?

- Ese no era el único dilema.

- ¿Entonces? ¿Qué más puedo hacer Senata? Debes entender que salí con ella y es como si fuera de la familia, no puedo dejarla sola con mi hijo en la ciudad.

- ¿Te recuerdo que trabaja para la competencia? A la que taanto odias.

- ¿Cómo sabes es..Ahg, claro Add. En todo caso ella ya me explicó que trabajó para ellos como pretexto para venir aquí. Tenía miedo de decirme la verdad.

- ¿La verdad? ¿Cuál verdad exactamente? - pregunté entrecerrando los ojos.

- Pues la que ya conoces. Que ha ocultado a mi hijo por ocho años. Como sea, es culpa de mis padres, ellos saben bien como dejar a las personas sin alternativas. - explicó.

- Joseph, ella no es de fiar. No comprendo cómo le crees ciegamente.

- Ya hablamos de eso, no quiero repetirlo. ¿Has tomado tus pastillas? Tu estrés post traumático probablemente ha empeorado. - hizo una pequeña pausa cambiando el tono de su voz a uno más suave. - Cariño, sé que después del accidente te cuesta confiar en las personas, pero dale una oportunidad. ¿Y si al final os hacéis amigas? No tenéis tanta diferencia de edad y...

- No. - me negué de inmediato. - Nunca vamos a ser amigas y menos si no se ha disculpado por cómo me ha tratado.

- Ella ya me contó lo que pasó entre ustedes el otro día. - dejó escapar un suspiro.

- ¿Ah sí? - pregunté dudándolo enormemente.

- Sí. Ya me ha dicho que te ha molestado que usara tus zapatillas. Te compraré otras, mejores aun.

- Gracias, eso me deja más tranquila. - mascullé con sarcasmo.

- Y vuelve por favor. Te echo de menos. - casi estaba sollozando.

- Me lo pensaré. ¿Dónde dices que es la casa nueva?

- Le mandaré a Hernán la ubicación. Te espero dulzura. - dijo meloso antes de colgar y rodé los ojos.

Mi dueño y jefe © (+18)Where stories live. Discover now