Capítulo 46

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Lo quiero, lo tengo.

Perspectiva de Erika:

Salí de la sala de reuniones junto con Joseph. Si creían que no me daría cuenta de que sus sonrisas eran falsas, estaban muy equivocados. Pero no me importaba que me odiasen, ni lo más mínimo.

Me daba tanto placer ver a Elí, Robert y Adley sometidos y sin decir lo que verdaderamente pensaban, tragándose sus opiniones para no enfurecer al gran jefe. O a mí. Porque si bien él podría despedirles, yo era capaz de joderles la existencia.

Algo que el pequeño Add ya sabía desde hacía mucho tiempo. Actuó lógicamente, influyéndose por mis amenazas. Si hubiera seguido con aquella absurda idea de descubrirme no tendría ni un cuarto de lo que poseía ahora.

Y no dudaría en hacer lo que fuera necesario, nadie se interpondría en mi camino. Iba a ser rica, exitosa y con el magnate más atractivo del país. Y Senata, la única piedra en mi zapato, estaba a punto de ser destruida. Sólo hacía falta ver cómo discutían.

Joseph abrió su despacho invitándome a pasar, me senté encima de su escritorio, cruzándome de piernas y podía ver cómo tragaba saliva. Era perfectamente consciente de que seguía deseándome...más que eso...seguía amándome.

La debilidad de un hombre es enamorarse y yo volvía a aprovecharme de ese punto débil por segunda vez. Me disgustaban los sentimentalismos, tener que fingir que le correspondía tanto como él a mí. Sin embargo eso era poco esfuerzo en comparación con todo lo que iba a ganar con eso.

– ¿Ya has comprado los boletos? – pregunté. 

Él sonrió dedicándome una mirada cómplice. Se dirigió hacia su escritorio con paso seguro y abrió un cajón que tenía con llave y que ya conocía muy bien.  

– Aquí los tienes. El vuelo es a las diez de la mañana de este domingo. 

– ¿No te molesta que vaya con vosotros? Es la ciudad del amor y esperaba que allí pudieran arreglar sus problemas. – fingí preocupación.

Llevaba días metiéndole en la cabeza que me sentía culpable por ser el foco de sus discusiones.

- Te corrijo, París es la ciudad de las luces. Además ya le prometí a Julen que lo llevaría a Disneyland. No quiero decepcionarlo, se trata de recuperar los años perdidos. 

Agarró un par de documentos y los ojeó uno a uno, por encima. 

- Entonces vayan ustedes tres. Yo puedo quedarme aquí. - dije mordiendo mi labio, actuando inocencia. 

- Me habías comido las orejas sobre que querías ir a París cuando salíamos.  ¿Fuiste sin mí? ¿Es eso? - me interrogo divertido. 

Traté de centrarme en mi objetivo. No obstante era muy difícil, la tensión sexual que se sentía entre nosotros dos me sofocaba cada vez más. Desabroche disimuladamente un par de botones de mi blusa cuando volvió su mirada a esos textos. 

– No. Quiero dejarles a solas. 

– Sé que quieres ayudarme, pero a este viaje vamos todos juntos. No creo que nuestro hijo quiera ir con un desconocido y sin su madre a otro país. 

– Él te está cogiendo mucho cariño, eres más que eso para él. – le aseguré.

Y era de las pocas verdades que podía decirle. Julen era un niño muy cerrado, pero frágil en el fondo. Adoraba a Joseph aunque no lo dijera en voz alta.

Mi dueño y jefe © (+18)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें