Capítulo 22

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 Huida de la realidad. 


- Oye... Sen... Sen.

- Cariño...

- ¡Senata Isabell Clark!

- ¿Se encuentra bien señorita?

Todo estaba borroso. Mis ojos se negaban a abrirse. No quería que aquellas voces tomasen forma real. Pero ni siquiera me dejaron elegir, note un chorro de agua fría contra mi cara. Al volver en mí tome aire de forma brusca, por lo que después tosi con abundancia. Que coño hacían ahí. Mamá y papá. No estaba lista para esto y mucho menos en este contexto. Me levanté rápidamente y me alejé de aquellas personas que antes solía considerar familia.

- ¿Qué coño hacen ellos aquí Adley? ¿Lo sabías verdad? ¡Y aún así me llevaste aquí! - le grité sin que me importase lo más mínimo la presencia de la empleada.

- Tranqulizate y deja de hacer drama. Somos tus padres y hemos venido a apoyarte en algo tan importante como tu boda. - se digno a decir mi padre mientras mamá lo agarraba por el hombro.

- ¿Mis padres? Joder, manda cojones decir eso. Y no te atrevas a dirigirme la palabra. A partir de ese maldito día estoy sola en esta vida mía. ¿Y sabes qué? Aprendí a ser feliz así. - contesté con un tono ácido y lleno de rabia.

Cuando él me vendió a un hombre desconocido tuve el tiempo suficiente para pensar acerca de esto. Mi padre, bueno, nada que hablar. Un hombre endeudado hasta el cuello por su adicción al alcohol, que ni siquiera valora a una hija que trabajó toda su vida para sacarlo de esa mierda. Y una madre, la cuál se mudó por obligación pero que no quiso saber nada más de mí por elección. Me tocó la lotería con ellos dos, nótese el sarcasmo. Pasé años idolatrado a mi madre, pero hasta hace poco no pude darme cuenta de que sólo era eso, una falsa imagen que tenía de ella. Y que la realidad es que me había abandonado.

- Senata, por favor, todos hemos cometido errores... - balbuceó mi madre.

- ¡Callate! Me han entregado a un hombre que no dudaría en usarme como un juguete o ves a saber que más. - me estaba volviendo loca, me faltaba el aire y todo me daba vueltas.

- Senata, Joseph fue quien invitó a tu familia. Debemos seguir sus órdenes. - masculló Add.

- ¿Por qué no me sorprende? Siempre haces lo mismo. Me da que Rufus no es el perro de Bridget, eres tú. Sigues sus caprichos sin rechistar, renuncias al amor por él y pisas tu moral para lamerle el culo. - solté sin pelos en la lengua.

- No te reconozco Sen, tú nunca dirías algo así...

- Creo que ya es hora de aprender que las personas cambian. - rechiste y me fui hasta los baños.

Era cierto, es como si otra persona hubiera hablado por mí. Es increíble lo que el dolor es capaz de modificarnos y alterar nuestros sentidos. Y yo sentía mucho dolor. Era como si mi corazón se rompiese en pedazos. Sin amor, sin familia. Era yo contra el mundo. Pero no me sentía una chica fuerte como las amazonas de los mitos griegos, sinó como un frágil cristal que en cualquier momento flaquearia. Todos estos pensamientos me mataban, quería callar las voces de mi mente, salir corriendo. Por una vez en mi vida haría una locura, de esas que recuerdas cuando eres mayor.

Al abandonar los aseos ví como mis acompañantes estaban sentados en la sala de espera, justo donde la novia debía salir para modelar sus vestidos. Corrí lo más veloz que pude hasta la salida y allí me tope con la empleada de antes.

- Señorita, debe ir con los demás, la están esperando.

- No quiero estar aquí, me voy.

- Lo lamento, las órdenes de aquel muchacho me impiden que lo permita.

Mi dueño y jefe © (+18)Where stories live. Discover now