Capítulo 30

36.3K 1.9K 993
                                    


En la obscuridad. 

A las siete de la mañana ya estaba completamente despierta. Joseph se había ido con sus padrinos para prepararse para la boda en otro lado. Yo por mi parte estaba con mis damas de honor, Bettany y Fedra. Las dos fueron unos amores, porque hacían todo lo posible para tranquilizarme y vigilar a que todo salga perfecto. No fue hasta que me probé el vestido, cuando realmente me sentí una novia. Estaba emocionada, hoy mismo iba a unir mi destino con el de otra persona.

Meses atrás me hubiera conformado con un fajo de billetes y un pasaporte, pero en ese momento estaba muy decidida a crear algo bonito al lado de Bridget, construir una relación estable y en base de confianza. Los dos teníamos pasados oscuros, pero el amor podría camuflar las cicatrices. En poco tiempo él logró despertar mi corazón dormido, de hacerlo palpitar por cosas tan simples como una mirada. A eso es lo que podrían llamar estar perdidamente enamorada, porque sabiendo todos sus defectos, quería estar con él.

Me miré en el espejo, el maquillaje logró cubrir perfectamente las ojeras que llevaba, junto con otras imperfecciones de mi rostro. Podía admirar mi sonrisa y la de mis amigas. A escondidas me pasaban macarons, ya que mis nervios me habría el apetito y el mayordomo tenía un horario muy estricto para mi dieta.

- Una hora y contando. – avisó Fedra mordiéndose las uñas, parecía estar más alterada que yo. Era su primera vez como dama de honor.

- Ya, al final me van a contagiar esa maldita angustia. – replicó Bettany negando con la cabeza. – Todo saldrá bien, yo me casé y sigo viva.

- ¿Acaso hay una posibilidad de morir?

- Si le caes mal a los suegros sí. La señora Marien no ha dejado de fulminarme con la mirada. Aun no logra superar que su querido hijo se case con una "cualquiera", como suele llamarme.

- Pero creí que le caías bien cuando trabajabas aquí.

- Como has dicho, cuando trabajaba. No es lo mismo tener un buen servicio, que tratar al servicio como igual.

- Esos ricachones asquerosos...- refunfuñó Bett entre dientes.

- Chicas, me voy al baño, no quiero tener accidentes en medio de la ceremonia.

- Ves, te estaremos esperando abajo.

Había hecho bien en escoger un vestido hasta los tobillos, con uno de cincuenta capas de tul hubiera sido imposible desplazarme sin ayuda y mucho menos ir a mear. Tras vaciar mi vejiga ya me sentía mucho más ligera. Pasé por la habitación antes de reencontrarme con las chicas. No había mirado el celular en todo el día y tampoco tenía pensado hacerlo, pero una repentina llamada me hizo agarrarlo y contestar. Era Colem, le había dado mi número algunos días atrás. Me extrañaba un poco que me llamase, si podía verme cuando quisiera trabajando aquí.

- Senata, menos mal que contestas, tengo algo urgente que decirte.

- Adelante, aún tengo algo de tiempo.

- No, no entiendes. Debes vernos y fuera de la mansión. – su tono de voz revelaba su intranquilidad.

- ¿Qué? ¿Por qué?

- He descubierto algo horrible, pero no pueden saber que te rebelo esta información o estaremos en problemas.

- Me estas preocupando, ¿Dónde estás?

- Estoy en la entrada del bosque. Ven rápido y que nadie te vea. – contestó colgando al momento.

Era Colem, mi mejor amigo desde hacía muchos años. Cuando él decía que algo iba mal, es que algo iba mal. Así que sin pensarlo dos veces baje las escaleras y salí por la puerta trasera, sin que nadie me vea. Los guardias estaban demasiado concentrados en vigilar la entrada con todos los invitados que llegaban. No quería que nadie me impida saber la verdad, y más antes de dar un "Sí quiero". Tardé veinte minutos en llegar a dónde me esperaba, de no ser por esos tacones el trayecto hubiese sido mucho más corto. Estaba allí, parado, con un abrigo negro y unos guantes de cuero. Su cabello castaño estaba cubierto por un sombrero elegante. Me saludó con la mano y me acerque hasta quedar cara a cara con él.

Mi dueño y jefe © (+18)Where stories live. Discover now