Especial III

22.7K 907 155
                                    

Aquí tenéis algo un poco diferente a los otros dos capítulos especiales, consideradlo un regalito de Semana Santa. Tenía que daros algo, porque os amo.

Nos situamos en el capítulo 23, donde Ben, Tina y Senata han tenido trío.

Y aquí los detalles:
(El libro sobre Tina y Ben está en mi perfil, se llama Culpa a lo Prohibido)

* * *

– Oye, ya que estamos. ¿Y si te apuntas? Al menos que seas una rajada.

– ¿Yo una rajada? Eso nunca. – comenté. 

– Tendrás que demostrarlo, porque lo único que veo en tus ojos es miedo.  

La agarré por los hombros para besarla igual que lo había hecho con Ben, ella me agarró el ritmo enseguida.

No sé si era cosa del alcohol o si más bien tenía que ver con que odiaba que dudasen de mí. Pero allí estaba, liandome con una persona de mi mismo sexo.

Escuché el sonido de una nalgada y era la mano de Ben impactando contra las nalgas de aquella chica. Podía ver que aún seguía duro o incluso más que antes. La desconocida se subió la falda de cuadros rosa y sus glúteos desnudos mostraban la marca rosada fruto del golpe.

– ¿Sin bragas otra vez? Tina, no tienes vergüenza. – comentó Ben con una sonrisa maliciosa en sus labios y ella le devolvió la misma.

– Siempre preparada para ti.

Tina pasó la mano por su intimidad y tras lubricar los dedos con su propio jugo se los acercó a Ben y este los chupo relamiéndose los labios después. Luego apartó la mirada de él y me la dirigió a mí. Sacándome de encima la sábana y desabrochando mi sujetador.

Se puso a lamer mis pechos al instante y a pellizcar uno de mis pezones. Soltaba gemidos cuando los apartaba de su boca, pues Ben ya se la estaba metiendo con dureza.

– No sé cómo después de todas las folladas que te di, sigues estando tan apretada. – anunció y su voz se entremezclaba con sus jadeos.

– Por algo siempre vuelves a mí. – le contestó ella y su mirada poco a poco bajó desde mis pechos hasta mi intimidad.

– Ábrete de piernas. – me ordenó.

Agarré mis piernas, una con cada mano y las abrí, de modo que mi vagina quedaba expuesta ante su mirada golosa. Estaba casi tan mojada como ella. Tener a dos personas follando delante de mis narices me producía un sentimiento extraño de satisfacción, como si estuviese mirando porno en vivo y en directo.

Tina empezó a acariciar con su mano mi muslo derecho a la vez que sus voluminosos labios lo hacían con el izquierdo. Y a medida que se acercaba a mi zona erógena, las palpitaciones en mi clítoris aumentaban descaradamente.

Ben la penetraba cada segundo más fuerte, a una velocidad que me gustaría experimentar. Y ella hacía todo su esfuerzo para concentrarse en mí. Sus pechos, aun cubiertos, ya estaban rebotando de arriba a abajo. El chico, dándose cuenta, lejos de sujetarlos, los liberó. En un abrir y cerrar de ojos, le quitó la camiseta y el sostén fucsia que tan bien le quedaba.

Tenía los pechos grandes, quizá una talla menos que yo, pero igual de impresionantes. Redondos y con unos pezones oscuros. Y aquí me daba cuenta de algo crucial. Me estaba gustando lo que veía.

Jamás había tenido atracción por las mujeres, todo este tiempo hubiese afirmado rotundamente que era heterosexual, pero en esta vida no se puede negar nada. No hay blanco o negro y jamás sabrás en qué matiz de gris estás, todo es demasiado subjetivo, demasiado abstracto.

Mi dueño y jefe © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora