Mi dueño y jefe © (+18)

Capítulo 7

Tentación.

Perspectiva de Joseph.

Sus labios me llevaban provocando desde el primer día que volvimos a vernos y el beso de esta noche no logró saciarme por completo. En un principio me había propuesto no entrar en nada con ella que no sea laboral, pero era demasiado tarde.

Su aroma me había cautivado y lograba enredar todos mis sentidos. Mi piel ardía y no tardé mucho en quitarme la parte superior de mi traje mientras seguía con aquel beso tan apasionado. Ella estaba parada frente a mí, únicamente en ropa interior y pude apreciarlo tras separarme de su boca.

Ya había notado lo grandes que eran sus senos antes, pero verlos al desnudo realmente era satisfactorio. Parecía estar esculpida por los mismos Dioses y por ese cuerpo me adentraria en los peores pecados carnales que se puedan imaginar.

Al igual que yo, Senata parecía quererlo y noté como su excitación se hacía presente. Tenía la respiración agitada y el ritmo cardíaco le iba a más de cien. Tomando eso por permiso, la agarré de los glúteos llevándola hasta la cama y dejándola caer con suavidad en las sábanas de mi cama.

Me miraba y a pesar de la situación, aún tenía esa expresión inocente. Se veía jodidamente sexy con aquellos zapatos y únicamente con la braga cubriendo lo poco que me quedaba por ver. Me acerque cual lobo abalanzándose sobre su presa, situando sus manos a cada lado de su cabeza, dejándola prácticamente inmóvil, conmigo encima.

Recorrí su cuello con besos y mi lengua dibujaba un camino imaginario sobre su piel, tan pálida que parecía de porcelana. Temblaba ante mis movimientos y se sonrojó cuando el bulto formado en mi entrepierna rozó contra la suya. Creía que no podría resistir más, pero debía complacerla primero.

Mis manos bajaron hasta su pecho, el cual comencé a masajear, notando lo suave que era. Metí sus pezones en mi boca, para succionarlos y estimularlos con la fuerza de mi lengua. Escuché como intentaba contener los gemidos que amenazaban por salir de su boca, pero le ganaron y los escuche poniendome todavía más duro.

Mientras que con una mano seguía sobando uno de sus senos y pellizcando sus pezones con delicadeza, la otra se deslizó por debajo de la braguita, que por cierto estaba bastante húmeda a esas alturas, lo que me facilitó el trabajo. Al entrar en su interior con un dedo, pude sentir lo cálida y estrecha que estaba. Me movía con habilidad, buscando encontrar su punto G. Observando el rostro de placer que ponía y como mordía su labio interior con naturalidad, supe que iba por buen camino.

Cuando estaba introduciendo un segundo dedo, una queja de dolor salió de su boca y me pare enseguida. El momento se esfumó al igual que vino, pero su bienestar me era más importante. Besé su frente y ví que su cara estaba cubierta de un tono carmesí intenso.

- ¿Qué ocurre? - le pregunté con un tono claramente preocupado.

Se quedó callada, sin decir ni una palabra. Solté un suspiro. Rebobine la situación buscando que habré hecho mal pero no lo hallaba. Decidí no presionarla más esta noche, ya tuvo suficiente por hoy. Le quité los zapatos y me acosté a su lado acariciando los mechones de su cabello, y ella iba cayendo poco a poco en los brazos de Morfeo.

Cuando se durmió por fin recogí las cosas tiradas por el suelo y me fui a dar una ducha rápida que me ayudaría a procesar lo que acabamos de hacer. Pensé que el agua me aclararía las ideas, pero estaba incluso más confundido que antes.

"No puedo encariñarme con ella, solo la necesito para una cosa y así debe quedar. Esto no volverá a pasar. "

Si no sentía nada por Sen, entonces por que me paré cuando soltó aquel chillido, si fue algo que nunca me importó. El sexo siempre fue algo corporal para mí, mí mundo erótico jamás se cruzó con el corazón. Excepto... con Erika. Pero mi verdadero amor no podía ser olvidado aún, me juré no volver a amar a nadie más.

* * *