Capítulo 4

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Nueva imagen, nueva posición.

Ya estando en su coche no me volvió a dirigir la palabra en todo el trayecto. Evite fijarme en su serio rostro, distrayendome mirando la ventanilla. Intenté quitarme aquel ridículo disfraz de incógnito, pero Joseph me lo impidió estrictamente. Estaba segura de que volvíamos a la mansión, cuando de repente paramos en frente de un edificio de pisos. Él salió del coche, para después abrir mi puerta esperando a que salga.

– ¿Necesitas una invitación?

– No, es sólo que creía que volvíamos a casa.

– Querida, esta es mi casa. Y los cinco apartamentos que tengo por todo el país también. Esta semana te quedarás aquí conmigo, sal, debemos subir rápido al piso.

Vaya manera de tirar el dinero a la basura. Cinco apartamentos que usará tan sólo una vez al año y aún así los tiene para, ¿qué? ¿pavonearse?

Intercambio unas palabras con el portero y con un código especial subimos al ascensor. Cuando las puertas se abrieron, estábamos directamente en el apartamento, sin necesidad de caminar por un pasillo.

Aquello parecía un hotel de lujo, creo que me quedé embobada por unos instantes observando la peculiar decoración del lugar. Al entrar al piso dejó sus cosas en la mesa y se echó en el sofá soltando un largo suspiro.

– Desde hoy empieza tu trabajo de verdad. No preguntes, solo sigueme en todo y obedece, ¿entendido?

– Supongo.

– Nada de "supongo". Te quiero bien segura de tu posición. Ves a quitarte ya ese vestuario que llevas. Te traeré algo para ponerte más tarde, cuando acabes de ducharte. Arriba, segunda puerta a la derecha.

Ni siquiera me molesté en contestar, de igual modo iba a ser como él quería. No tenía recursos para enfrentarlo, pero ya vería que en un futuro le cantaría los 40.

El baño era enorme, había una ducha al igual que una bañera. Me llamó la curiosidad la última pero aún no me atreví a usarla. Me quité la ropa y enseguida ya estaba disfrutando de la calidez del agua sobre mi piel. El gel tenía un olor seductor a mango, el recipiente me indicó que era de los más caros. Tarde unos cinco minutos en mi zona segura. Al salir me encontré una bata de seda color champán colgada sobre el pomo de la puerta.

Para ser sincera me gustaba mucho como me quedaba, sin embargo no ví adecuado lucirlo con un desconocido. Porque lo poco que sabía de ese hombre resultaba ser lo contrario a su actitud. Salí incómoda del cuarto de baño bajando las escaleras cuando sentí a alguien agarrarme del brazo, lo que me obligó a subir de nuevo.

Era él, con el torso descubierto y unos bóxers que dejaban mucho a la imaginación. Inmediatamente giré mi rostro para no seguir contemplando su cuerpo semidesnudo. Pero me agarró del mentón y me obligó a centrar mi mirada sobre sus ojos.

Noté como mi respiración se aceleraba y mi pulso se salía completamente del control. Me llevó al cuarto más cercano para tirarme con suavidad sobre la cama. Aquello me alertó y más cuando el hombre se subió encima mío y rozó sus labios contra mi cuello. Mis manos se apoyaban contra su pecho, intentando apartarlo con toda mi fuerza lejos de mí, pero el esfuerzo era nulo.

– Quien iba a decir que esa bata te quedaría tan sexy, tienes unos pechos majestuosos.

¿Me hablaba mal y lo único que le gustaba de mí era mi copa D? Iba por muy mal camino, mi corazón y mi cuerpo solo lograron repugnarlo todavía más y se notaba en la expresión de mi rostro.

– Oh vamos, no te haré nada. (Aún) – susurro en mi oído y mi cuerpo se tensó por acto reflejo. – Es hora de dormir, mañana tenemos un planning muy lleno.

Mi dueño y jefe © (+18)Where stories live. Discover now