Parte 146

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¿Eran dioses? Aquellos que flotaban arrogantes  sobre el demacrado ejército, inalcanzables y poderosos ¿Eran dioses?

De no ser así... al menos lo aparentaban.

Y ya fuera el hechicero enmascarado, que  sobre él llevaba una túnica azabache, cuya negrura parecía haber sido robada del cielo nocturno. El monje zen, que sobre sus hombros cargaba con la sabiduría del mundo, y en sus manos llenas de cicatrices, su dolor. O aquel asesino nacido en las arenas, con ropas grises que lo protegían del sol, y que de su carne tan solo dejaba ver un par de ojos negros penetrantes.

Sin importar a cual se viera, cada uno daba testimonio de una existencia superior. Un aura divina los cubría... algo que en el corazón de los hombres, causaba terror.

¿Era dioses? ¿O tan solo los crueles villanos que detonaron esta situación?

¿Eran héroes que venían a salvarlos de la misma manera, en la que lo habían hecho con aquellos pobladores que hoy eran sus vasallos? ¿O llegaron aquí como demonios, dispuestos a barrer con un enemigo al que encontraron debilitado?

Pero si venían a ayudar ¿Por qué no bajaban? ¿Por qué veían desde las alturas con arrogancia? ¿Por qué no, al igual que lo hicieron los Kurata, se declaraban a favor de la humanidad y la vida en esta batalla?

A cada segundo que pasaba, cada momento en el que esos supuestos dioses no bajaban, se volvía una evidencia de sus verdaderas intenciones. Y creció el miedo, por la naturaleza de ese hechicero...

"Los hechiceros son seres débiles" algo que dentro de la lógica de este mundo, era un hecho aceptado y reconocido como una verdad inalterable, con pocas y muy contadas excepciones.

Los hechiceros eran costoso de equipar y entrenar. Se vuelven inútiles sin mana. Sus hechizos tienen un límite de usos al día. Son lentos. Frágiles. Poseen poca precisión. Y en general; sin un buen equipo que los respalde, son una carga.

La debilidad de los hechiceros, era evidente. Aun en el mundo de Satoru Suzuki, esto era verdad.

Sin importar de qué juego se hablara, los hechiceros y guerreros mágicos, tuvieron siempre desventajas. Y esto era un hecho, con el que tanto Momonga como Ulbert tuvieron que lidiar cuando comenzaban en Yggdrasil.

"Los hechiceros son una clase débil" era sin duda verdad; pero una verdad que tan solo se aplicaba a niveles bajos.

Con niveles máximos, con clases superiores y con equipos de alto rango, los hechiceros pisaban un reino inalcanzable para los guerreros. Y aunque en este mundo, solo pocos hombres llegaron al nivel clave, en el que los lanzadores mágicos son llamados "Fuertes", poco a poco, las personas debajo de los conquistadores, entendieron que ese hombre que flotaba, cumplía con los requisitos para ser llamado "Poderoso" e "Invencible"

Aquel hechicero ya había demostrado ser capaz de aniquilar a un ejército con tan solo dos palabras. Y ahora que volaba en las alturas, no había dudas en que podía repetir la mismas hazaña, solo que ahora contra un número mucho mayor.

En el nuevo mundo, los hechiceros debían cumplir con dos requisitos para poder ser considerados una amenaza. El primero era aprender el hechizo de tercer nivel "Bola de fuego" y el segundo era ser capaz de volar por los cielos usando "Fly", pues la suma de estos dos, creaban a una enemigo, inalcanzable y poderoso, virtualmente invisible, que por sí mismo podía destruir ejércitos y naciones. 

Y ese que ahora los observaba con arrogancia desde las alturas, sin duda podría eliminar a la ciudad, al nigromante, y a todos aquellos que conformaban el ejército que esperaba fuera de las murallas.

Entre los hombres de este ejército, había quienes lucharon contra los conquistadores al lado de Gazeff, y ellos, mejor que nadie, sabían del poder que ostentaba aquel hechicero de túnica negra.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Where stories live. Discover now