Parte 74

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Aquella corta cabellera dorada se agitaba violentamente cada vez que la cabeza ascendía y bajaba. Un extraño sonido se producía cada vez que se encontraban la arena y la cara de la chica. En un inicio era un sonido sordo, y no se escuchaba nada más que la arena levantarse y caer; pocos segundos después ya se podía escuchar el crujir de pequeños huesos, y mas tarde, los supremos no podían detectar más que un sonido húmedo cada vez que la cara de Clementine se estrellaba contra el suelo.

Ante la escena, el corazón demoniaco de Ulbert grito complacido por el dolor y el sufrimiento que presenciaba. Algo en él se alegraba a medida que observaba aquel hermoso rostro convertirse en un caos de carne y sangre. Pero lo disfruto aún más cuando comenzó a comparar a la orgullosa guerrera con alguna antigua supervisora que lo atormento durante sus peores épocas.

TouchMe era un no humano, y el demonio insecto, con las necesidades propias de su raza, admiro la sangre con deseo... pero su corazón justiciero y su alma aun humana, sentía pena por el dolor que sufría aquella chica, y por el que experimentaría si no revelaba la información que protegía, pues de ser así, seguramente terminaba sus días en la cámara negra, donde aquella demoniaca creación de uno de sus amigos, sacaría cada uno de esos secretos a la fuerza.

Y aunque ninguno de los dos compartía una idea clara de lo que sentía sobre lo que pasaba ante ellos, de lo que si eran conscientes era que esa parte humana que aún les quedaba sentía que era muy extraño el actuar de su compañero.

Ya fuera gozo o pena, dos de los supremos podían sentir algo por la escena, e incluso los guardianes Demirge y los gemelos elfos, experimentaban placer o repugnancia por ver a la chica destrozarse ella misma la cara. Pero no Momonga... no aquel Overlord que admiraba con inferencia algo que el mismo había causado.

Quizás fue ahí cuando ambos seres supremos se dieron cuenta de ello...

Ellos aun podían comer, respirar, gozar y sufrir... tenían un corazón que latía, y aun que ya no fueran humanos, compartían un rasgo indispensable para poder sentir empatía por aquellos que los rodeaban, y ese algo era la vida misma, un rasgo que Momonga ya poseía y quizás ahora ni siquiera entendía.

"La arena se está pintando de rojo... ¿Estará bien que lo permita? Digo, en parte era el deseo de Nishiki y Bukubukuchagama que la arena del coliseo se pintara con la sangre de los enemigos, pero tener la sangre de una forastera mezclada con ella se siente un poco mal. ¿Debería parar? Bueno, quizás tengo que darle una oportunidad para que hable, de otra manera TouchMe podría protestar" Pensó Momonga al ver la sangre de Clementine brotar de ella.

Disfrazado como el guerrero negro, Momonga dio la orden que hizo que el corazón de los dos humanos, 3 guardianes y otros dos seres supremos se desligasen de la masacre que prescenciaban.

-Demiurge-

Demiurge disfrutaba de la escena, y estaba seguro de que su creador lo hacia de la misma manera. Realmente le hubiese gustado preguntarle a Ulbert si estaba bien parar a Clementine, pero algo en el le dijo que era mejor obecer inmediatamente al overlord que logro reunir a los 41 seres supremos bajo un mismo estanrte.

-[Detente]- dijo suavemente Demiurge.

Al instante, Clementine cayó sin fuerza sobre la arena.

Su nariz desapareció, los pequeños huesos de esta y el cartílago se enterraron en la cavidad nasal, por lo que ya no podía respirar por esta. Varios de sus dientes cayeron al suelo, pues quizás se estaba golpeando contra arena, pero dada su gran fuerza incluso esta se volvía una superficie bastante dañina. No podía abrir los ojos, sus parpados eran apenas una ligera capa de musculo. Sus ojos se habían hundido, su rostro estaba desfigurado y por tanto era ya de aplaudir que la mujer siguiera consiente, aunque quizás esas heridas, si no se trataban apropiadamente la podrían dejar discapacitada de por vida...

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora