Parte 110 3 de 3

1.2K 143 41
                                    

Tras ver llegar a las tropas, y a dos idiotas sonrientes dirigiéndolas, los guerreros maldijeron los nombres del segundo príncipe y el marqués, quienes victimas de su propia soberbia y estupidez, llegaron con intención de robarse la gloria de los paladines y aventureros que derramaron su sangre esta noche.

Aquellos pobres novatos creyeron que nada ni nadie podría hacer frente a grupos tan poderosos como lo eran las rosas azules o la unidad liderada por Remedios. Creyeron que el nigromante y su dama negra ya no serían amenazas, pensaron que el cansancio haría mella  y estos no podrían plantarle cara a la paladina o las aventureras. Pensaron que se encontrarían con enemigos y aliados debilitados, creyeron que podrían llegar a dar el golpe de gracia y robarse la gloria al realizar tal hazaña, pero...

Al llegar a la plaza se encontraron con el cuerpo de Remedios Custodios muy herido y tirado en el suelo, con una druida a su lado que luchaba por mantener a la capitana con vida. Vieron a un arquero sobre el techo bebiendo posiciones como un desquiciado, mientras a su lado se encontraba una joven con algunas quemaduras en su cuerpo y con la ropa ensangrentada. Vieron a una poderosa paladina torciendo su cara por el dolor, consecuencia de la larga batalla, y a pocos metros de ella, un guerrero gigante con dos escudos se encontraba igualmente derrotado en el suelo.

Vieron a las rosas azules exhaustas y con la mirada llena de miedo, mientras protegían a una joven chica que se encontraba débilmente recuperándose a pocos metros.

Al llegar a la plaza, el ejército, los nobles y la realeza, se toparon con el enemigo aun con fuerzas. Poderoso se erguía un dragón esqueleto, la dama negra aun seguía con vida, y una bestia, encarnación de la brutalidad, un caballero de la muerte, protegía a su maestro.

Y el propio nigromante, aquel que se encontraba rodeado por un ejército que amenazaba con derrotarlo, dirigió una mirada burlona a todos esos hombres que temblaban de miedo, y encontrones, aquel maligno hechicero rodeado por héroes y aventureros, se rio burlonamente de todos ellos.

Fue solo entonces cuando el marqués y el segundo príncipe entendieron la gravedad de su error. Fue solo entonces cuando vieron que habían llegado a una batalla que no les correspondía, donde incluso los héroes más poderosos, y los más grandes guerreros podían caer muertos. Y apresuradamente el segundo príncipe deseo iniciar la retirada, pero antes de que siquiera lo lograra, antes de que pudiera corregir su error, el nigromante alzo la mano y con unas pocas palabras los condeno.

-[Bola de fuego...]- dijo Khajiit tenuemente, y de la palma de su mano, una chispa nació.

Quienes sabían lo que seguia, ordenaron rápidamente a los soldados, antes de que siquiera el segundo príncipe pudiera reaccionar.

-¡Alejense!- Les ordeno Lakyus a los presentes mientras corría en un intento en vano por detener el ataque.

-¡Corran!- les grito Pavel desde el tejado mientras recargaba una nueva flecha... pero esta vez no la disparo.

Pavel comprendía que de anular otra vez esa clase de hechizo, su muerte seria segura, y por más que quisiera detener los actos del nigromante, para él eran más importantes su vida, su nación, y sobre todo, su familia. El arquero le grito a su corazón que no podía permitirse morir frente a su amada hija, y por esa razón permitió que todo se saliese de control...

-[¡Cristal...!]- EvilEye intento convocar una barrera para proteger a los soldados del ejército, pero la magia de tierra era lenta y el fuego del nigromante fue disparado en un parpadeo.

Los soldados de primera línea fueron los más afortunados, aquellos tan solo vieron el destello y casi al ínstate murieron calcinados. Los que estaban detrás de ellos fueron quienes tuvieron tiempo para sentir el dolor de las quemaduras antes de morir por el shock. Pero quienes se llevaron lo peor, fueron quienes después del ataque sobrevivieron. Gritaban y vomitaban sobre el suelo. Sus líquidos se escurrían a través de sus heridas y las ropas que llevaban, ya derretidas se fundían con la piel y prolongaban la agonía.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Where stories live. Discover now