Parte 131

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En un camino poco transitado en estas épocas, y que llevaba a un destino que la mayoría trataba de evitar, una carreta de carga, arrastrada por 4 caballos, débiles y cansados, avanzaba lentamente.

Las que hasta hace unas horas fueron bestias llenas de poder y energía, ahora veían mermadas sus fuerzas tras el furioso galope que los trajo a estas tierras.

Los caballos se veían tan débiles y exhaustos, que Lucia, la druida que llevaba las riendas, incitaba por momentos a que las bestias llevaran un trote más lento, con el fin de que no murieran en el trayecto, debido al sobre esfuerzo.

Y en ese momento, en el que permitió a los caballos reducir de nuevo su velocidad, Lucia volteo hacia su compañera, la única que estaba consciente. La observo ahí, sentada, contemplando a su hija, ignorando por completo a los otros dos.

Rena Baraja, la heroína, la leyenda de las tropas expedicionarias, tenía una apariencia terrible y demacrada. Había esta así desde hace ya varias horas, y a cada minuto que pasaba, a lucia le parecía que se ponía peor.

Lucia se detuvo a pensar un momento sobre a esa mujer a la que deseaba llamar su "amiga", y esos ojos que vio en ella, le gritaron que forzara un poco más su suerte y a las cansadas bestias. Al final, ya no quedaba mucho camino para llegar a su destino, pero no sabía Lucia, cuando tiempo podría soportar el corazón de la paladina.

Así que la druida agito las riendas y marco un trote más rápido a los caballos que protestaron. Y mientras la carreta se agitaba por el trote de las bestia, Lucia mientras rezaba porque estos tuvieran la fuerza para llevarlos hasta su destino.

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La gente del reino santo sabia, que la guerra que termino con la captura de Gazeff Stronoff fue librada para definir quien tendría el control de un pueblo fronterizo de Re-Estize.

Lucia pensó por mucho tiempo que ese comunicado tenía un error de transcripción. De corazón, la druida, uno de los colores del reino santo creía que la batalla había sido librada por una ciudad pequeña, o al menos por un pueblo minero lleno de riquezas.

Pero lo que ahora veía Lucia, parecía no ser más que un simple pueblo agrícola, demasiado pequeño y demasiado alejado del territorio principal como para ser considerado importante.

Esto sin duda hablaba bien de los conquistadores, quienes seguramente habrían tomado el pueblo por autentica preocupación y no por avaricia.

Y con una opinión más positiva, la carreta avanzo, solo para pronto escuchar el sonido de una campana. Una vez la gente del reino santo se acercó lo suficiente al pueblo, un inexperto e improvisado vigía dio la alarma para enemigos llegando.

El asustado campesino vio armaduras cubriendo a los heridos que llegaran, y con miedo y sin dudar dio la alarma.

Una alarma algo tardía, pues ya estaban demasiado cerca...

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Un hombre de poderosa constitución se plantó en la entrada del pueblo e hizo frente los demacrados guerreros recién llegados. Pero la apariencia herida de ellos no hizo al molesto aventurero bajar la guardia.

Lo que sí hizo que ese hombre cambiara su mirada, fue ver como una mujer de edad madura, se bajó de la carreta, se puso justo frente a él, y cuando el aventurero descubrió que se encontraba a una distancia perfecta para que esa mujer de armadura negra le atacase con la espada que llevaba...

Esta se dejó caer de rodillas sobre el sucio suelo del camino. Y sin dar explicaciones, Rena, una leyenda viva, un combatiente excepcional... una figura pública y política, una comandante de gran peso en el reino, se arrodillo sin reparo frente al aventurero, hijo de un pobre carnicero.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora