08. Iluminas mi camino

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CAPÍTULO OCHO


【Iluminas mi camino】

     Luego de haber recorrido varios cientos de kilómetros, la carreta comenzó a desestabilizarse

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     Luego de haber recorrido varios cientos de kilómetros, la carreta comenzó a desestabilizarse. A Frank pareció iluminársele el rostro apenas vio que las ruedas estaban a punto de desprenderse y entendía su alegría, él había vomitado dos veces así que eso era una clara señal de que debíamos parar.

Yo, por el contrario, tuve más suerte y es que no devolví mi comida por el simple hecho de haberme lanzado un hechizo contra las náuseas. De no haber sido así, el fortachón y yo ya habríamos hecho una competencia de haber quien devolvía la comida más veces.

Ella había regresado minutos después de que saliéramos del almacén, ya que antes de adentrarnos con las amazonas tomó, con prudencia, la decisión de no acompañarnos.

Cuando Frank aviso a Hazel del problema, ella inmediatamente se detuvo. Apenas bajó de Arión, el caballo se fue galopando. Había gastado mucha energía, por lo que era probable que fuera a buscar algo de comer.

Gracias a Arion habíamos avanzado mucho. Estábamos en Canadá. El lugar donde nos detuvimos estaba cerca de un parque llamado Lynn Canyon en Vancouver y se podía distinguir el sonido de una corriente, señal de que cerca había un pequeño río. Más adelante se lograba ver un pino muerto que parecía haber sido frito por un rayo.

— Estoy prácticamente en casa —escuche decir a Frank— La casa de mi abuela esta allí mismo.

— ¿A qué distancia? —preguntó Hazel.

— Justo al otro lado del río, a través del bosque.

— ¿En serio? ¿Vamos a casa de tu abuela? —inquirió Percy, arqueando una ceja.

Frank se aclaró la garganta.

— Sí.

Hazel juntó las manos en un gesto de súplica.

— Frank, por favor, dime que nos dejara pasar la noche. Ya se que tenemos una fecha límite, pero tenemos que descansar, ¿no? Y Arion nos ha ahorrado tiempo. A lo mejor incluso podemos tomar comida de verdad.

—¿Y darnos una ducha caliente? —rogó Percy— ¿Y dormir en una cama con sábanas y almohada?

— Uy, eso suena excelente —exclame, imaginándome acurrucada entre las cobijas, casi pudiendo sentir la calidez de estas.

— Vamos a casa de la abuela —concluyó Frank, luego de unos segundos.

La buena noticia era que estábamos cerca, muy cerca de la casa de la abuela. La mala, un grupo de seis lestrigones vigilaban los alrededores.

UNSTOPPABLE ━━Percy JacksonWhere stories live. Discover now