38. Demonios al asecho

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CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

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CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

Demonios al asecho

     Seguimos avanzando durante a través de las tierras oscuras del Tártaro

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     Seguimos avanzando durante a través de las tierras oscuras del Tártaro. Al menos habíamos tenido un momento para descansar y comer, Bob nos había guiado a lo que parecía un santuario dedicado a Hermes, el cual recibía ofrendas cada cierta hora. Naturalmente, no nos quedamos por demasiado tiempo y volvimos a emprender la marcha.

Me sentía cansada y los pies me dolían, pero mirando el lado bueno nos habíamos topado con ni un solo monstruo durante todo el recorrido. Aunque no sabía si eso era un buen o mal augurio.

Al parecer Bob sabía una manera de pasar a través de los monstruos que vigilaban las Puertas de la Muerte sin ser vistos. Según sus palabras, La Niebla de la Muerte podía ocultarnos, pero no dio muchos detalles acerca del lugar donde podríamos obtenerla. Era una verdadera lástima que la Niebla, la que yo usaba, no fuera tan poderosa en este lugar.

Después de penetrar el frente tormentoso, anduvimos a paso lento, pues era difícil ver lo que teníamos por delante.

— No se ustedes, pero yo tengo mi propia luz —dijo Percy de pronto.

Se llevó la mano al cuello y cuando la regreso un pequeño destello de luz blanca se hizo presente. Sonreí casi al instante, por un momento había olvidado el pequeño obsequio que le había dado  hace ya varias semanas.

— Tu seras mi luz en los momentos más oscuros —me susurro.

Nos tomamos de la mano y continuamos caminando. A pesar de la pequeña luz que desprendía el cristal de Percy, las sombras parecían ganar la guerra cubriendo de oscuridad el paisaje.

Cayó al Tártaro para estar contigo, dijo una voz dentro de mi cabeza. Si muere, será tu culpa.

— Basta —demandé en un susurró, no necesitaba un recordatorio constante sobre ello.

UNSTOPPABLE ━━Percy JacksonKde žijí příběhy. Začni objevovat