34. El hedor de la traición

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CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

El hedor de la traición

【El hedor de la traición】

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La ciudad de Roma se extendía a través de montañas y valles, saltando por encima del Tíber con docenas de puentes y ensanchándose hasta el horizonte. Algunas calles, formadas aún de adoquines, estaban atestadas de viejas casas de estuco con tejados de tejas rojas. Si me concentraba sólo en esas zonas, podía incluso imaginar que me encontraba en la Antigüedad.

Aterrizamos cerca de un parque y la Niebla hizo lo suyo, cubrió el trirreme para que los mortales no sospecharan nada. Todos estábamos maravillados con el lugar, pero a Nico se le habían acabado los días, así que no había tiempo para descansos.

- Annabeth, ¿has localizado el sitio del mapa de bronce? -le preguntó Jason.

- Sí -respondió ella con cautela- Está en el río Tíber. Creo que puedo encontrarlo.

Sus palabras salieron firmes, cuidando de mostrar vacilación. Sin embargo, su rostro estaba en desacuerdo, demostrando que en realidad sí tenía miedo.

Notaba intranquilo a Percy seguramente estaba preocupado por Annabeth. Y es que había llegado la hora de que la hija de la sabiduría partiera sola. Incluso yo me sentía abrumada, si Annabeth fallaba estaríamos en un grave aprieto.

Estire mi mano hasta alcanzar la de Percy y la apreté un poco. Sus ojos aguamarina se posaron sobre los míos al instante y con un movimiento de cabeza señale a Annabeth, indicándole que vaya con ella. Aunque lo más seguro es que él ya estaba planeando eso, solo que seguía indeciso de la decisión, pero mi acción hizo hiso que terminara por aceptar. Él acompañaría a Annabeth hasta el Tíber.

Hazel, por su parte, iría con Frank y Leo para buscar alguna pista del paradero de Nico. El resto nos quedaríamos a cuidar el barco. Y para evitar que se nos acabara el tiempo en búsquedas y despedidas, Jason indico que nos reuniríamos a las tres de la tarde en el Argo II.

Llegó la hora de partir y Annabeth y Percy fueron los primeros en irse, seguidos después por el grupo de Hazel. Intenté despegar la mirada de la cabellera rubia de Annabeth, pero solo pude hacerlo cuando ésta se volvió un punto borroso difícil de seguir. Mi corazón latía intranquilo y es que no podía sacarme de la cabeza aquel sueño que había tenido hace unas noches. Si de verdad había visto el futuro, mi vida corría peligro y el que Annabeth se haya marchado solo marcaba el comienzo al reloj de arena, eso era seguro.

¿Por qué no simplemente podía estar intranquila por el hecho de que Percy y ella tendrían un momento a solas? Claro que me sentía un poco celosa, pero ese sentimiento era fácilmente opacado por la angustia que experimentaba debido a la visión que tuve.

UNSTOPPABLE ━━Percy JacksonOnde histórias criam vida. Descubra agora