Capítulo 38.

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Cuando la boca de Darian se juntó con la mía, no tardé ni un segundo en reaccionar y devolverle el beso que tantas ganas tenía de darle.

El peliblanco puso sus manos en mi cintura, aferrándose a mi camiseta a la vez que yo comenzaba a mover mis labios con más fuerza sobre los suyos. La punta de mi lengua los rozó y, el chico, no dudó en entreabrirlos para dejarle paso al interior de su boca. Me puse de rodillas, sin despegarme ni un ápice de Darian, y agarré con más fuerza su cuello para comenzar a echar mi cuerpo sobre el suyo, provocando que este se fuera tumbando de espaldas en el colchón. Me senté sobre su entrepierna, haciendo que el peliblanco bajara sus manos a mis muslos mientras una de las mías descendía hasta el cuello de su camiseta, el cual estiré cuando me separé de su boca y empecé a deslizar la mía desde el mentón hasta la curvatura de su cuello, donde dejé besos llenos de pasión y de humedad.

—Qué ganas tenía de volver a sentirte en mi cuello —susurró con su boca pegada a mi oído, provocando que un terrible y placentero cosquilleo se formara en la parte baja de mi abdomen.

No contesté y seguí disfrutando de su piel a la vez que introducía mis manos por debajo de su camiseta y recorría su torso con lentitud, como si mis dedos quisieran memorizar cada parte de él. Darian daba apretones en mis muslos cada vez que mis labios succionaban con fuerza alguna parte de su cuello, evitando así el comenzar a jadear, cosa que él sabía que me volvía loco.

—No te los calles —murmuré, alzando mi cara hasta llevarla frente a la suya de nuevo. Podía notar cómo su mirada estaba cargada de deseo, al igual que la mía.

Entonces, subió sus manos hasta mis costados e hizo fuerza para voltear nuestros cuerpos y que el suyo quedase encima del mío. Una vez lo consiguió, se sentó en mi cintura y se quitó la camiseta bajo mi atenta mirada, quedándose desnudo por la parte superior, lo cual hizo que yo me mordiera mi labio inferior con muy poca delicadeza.

—Espero que no te importe, pero es que tengo mucha calor —dijo con cierto tono de picardía, sonriéndome de lado una vez terminó de hablar.

—El fuego es lo que tiene —contesté serio a la vez que me incorporaba hasta quedarme sentado con él aún encima.

Comencé a comerle la boca de nuevo mientras llevaba mis manos a su espalda y las bajaba, hundiendo la yema de mis dedos en su piel hasta su trasero, el cual agarré con brusquedad, provocando que Darian soltara un jadeo sobre mis labios que desató a la bestia que habitaba en mi interior. Corté el beso, produciendo un sonoro chasquido, y bajé mi boca por su garganta con la ayuda de que el peliblanco echaba para atrás su cabeza para facilitarme el recorrido hasta llegar a sus clavículas, en las cuales pasé mi lengua con lentitud, haciendo que Darian subiera sus manos a mi pelo y lo agarrara con tanta fuerza que los tirones que dio de mis mechones me dolieron. Y, justo cuando iba a darle un mordisco en el pecho, todo el calor que había entre nuestros cuerpos se convirtió en hielo.

—¡Dabi! —gritó mi hermano pequeño desde el pasillo, acercándose a mi habitación.

Alcé mi cabeza hacia la de Darian para mirarle alarmado, y este se bajó corriendo de encima mía para colocarse sentado a mi lado.

—¡Dabi! —volvió a llamarme a la vez que abría la puerta sin darle tiempo al peliblanco de ponerse la camiseta.

—¡Qué! —respondí en un tono de voz más elevado de lo que debía.

—No encuentro a mi murciélago —contestó entre sollozos, acercándose a mí con los ojos llenos de lágrimas.

—¿Qué? —repetí una vez Bobi me abrazó por la cintura, dejando su cara enterrada en mi pecho.

LA SANGRE DEL HÉROEWhere stories live. Discover now