Capítulo 28.

2.6K 478 413
                                    

—Dejad el cuerpo aquí —murmuré, notando cómo comenzaba a faltarme la respiración. Sin más dilación, me subí al bordillo de la azotea y, tras asegurarme de que no había nadie mirando, salté.

—¡Esperadme! —gritó el pequeño imitándonos, ya que Gabi había tardado un segundo en saltar nada más yo lo hice.

Una vez Bobi estaba en el suelo, echamos a correr hasta el callejón, sin perder de vista al delincuente que tanto tiempo llevábamos buscando. Este, al notar nuestra presencia, saltó la vaya del callejón y huyó, pero nosotros no íbamos a dejar que escapase o, al menos, lo intentaríamos.

—¡Rápido, Bobi! —gritó Gabi al ver que nuestro hermano estaba a un par de metros por detrás de nosotros.

—Adelántate tú, ahora te alcanzamos —le miré serio, a lo que el mediano asintió.

Subió la vaya sin dificultad alguna y cayó al otro lado de esta mientras yo esperaba a Bobi y lo subía a mi espalda.

—Agárrate fuerte —dije una vez puse mis mano en los alambres de hierro.

Comencé a trepar y, en un par de segundos, salté. Eché a correr de nuevo con la máxima velocidad posible hasta que alcancé a Gabi, quien se notaba cada vez más lo mosqueado que estaba.

—No logro verle la cara —farfulló, fijando su super vista en el pirómano—. ¿Cómo puede correr tan rápido? —preguntó desesperado.

—Sólo hay un motivo para explicarlo —respondí, intentando no aminorar el ritmo de mis zancadas—. Que es como nosotros —miré de reojo a Bobi para comprobar que seguía bien.

—No —Gabi giró su cabeza hacia mí, provocando que le mirase extrañado—. Él no es como nosotros —masculló entre dientes.

Contemplé a mi hermano por unos segundos y asentí, cuando una luz captó nuestra atención de repente.

—¡Fuego! —exclamó Bobi aferrando sus brazos aún más a mi cuello.

—Pero qué... —dijo el mediano parándose en seco a la vez que yo, y tapándose sus ojos con un brazo, puesto que tanta iluminación le estaba afectando al tener su don visual activado.

El pirómano había creado una barrera de fuego azul a tres metros de nosotros para dificultarnos el camino.

—Será cabrón —gruñí, acercándome un par de pasos más a las llamas después de que Bobi se bajara de mi espalda.

—¡No! —gritó Gabi dando un zapatazo al suelo—. ¡Joder! —se puso de cuclillas, llevándose sus manos a la cabeza.

—¿Dónde estamos? —escuché decir a Bobi detrás de mi cuerpo.

Eché un vistazo a nuestro alrededor, cayendo en la cuenta de que nos encontrábamos de nuevo en el polígono abandonado.

—Voy a matarle —siguió gruñendo mi hermano mediano a la vez que se ponía en pie.

—Eso tenlo por seguro, hoy ha tenido suerte de que no nos lo esperásemos —respondí, caminando hacia él—. A partir de ahora, siempre estaremos preparados —puse una mano en su hombro y clavé mis ojos en los suyos.

Gabi me miró serio por unos segundos y asintió con firmeza.

—¿Qué va a pasar con estas llamas? —intervino Bobi una vez se acercó a ellas.

—No podemos hacer nada, ninguno podemos apagarlas —me crucé de brazos, girándome hacia el fuego—. Llamaré a los bomberos —llevé una de mis manos a mi barbilla.

—Volvamos a la tienda —dijo Gabi sacudiéndose la tela de su pantalón.

—Pobre Larry... —murmuró Bobi dirigiéndose a nosotros.

LA SANGRE DEL HÉROEOn viuen les histories. Descobreix ara