Capítulo 20.

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Pasaron unos días, en los cuales no supe nada de Darian desde la llamada. Me extrañó mucho no encontrármelo por el pueblo o, mismamente, que volviera a nuestra casa a molestarme, pero supuse que sus razones tenía.

No os voy a mentir.

Pensé en llamarle un par de veces, pero como me había colgado de aquella manera, y él tampoco se había molestado en contactarme, no lo hice.

No fue por orgullo, más bien porque no tenía ni idea de cómo se actuaba con esas cosas.

Bah, no sé para qué me molesto en excusarme.

De todas formas vais a pensar lo que queráis.

Mis poderes estaban volviendo a controlarse, así que me imaginé que era por no saber nada del peliblanco. En cuanto a lo del asunto del tío del atraco, no hubo más noticias, ya que los forenses determinaron que había muerto de un infarto y no hubo duda de ello. De eso nos enteramos porque, al día siguiente, Bobi y yo nos acercamos a la comisaría en lo que Gabi terminaba su maldito trabajo con Alysson. Mi hermano pequeño se hizo invisible y se coló por los despachos hasta llegar al informe que lo dictaminaba. Una preocupación menos.

Volvía a ser viernes y, gracias al universo, ese día no llovió. Llevábamos toda la semana con fuertes tormentas que aumentaron mis ganas de quedarme en casa, menos un día que tuvimos que salir a cazar porque no nos quedaba de otra, puesto que nos estábamos quedando sin comida.

Salí de casa, disfrutando del aire tan puro que dejaba la lluvia en el ambiente, y me di un paseo hasta la tienda de Larry antes de ir a recoger a mis hermanos.

Hola, Dabi. Cuánto tiempo —dijo Larry nada más me vio aparecer por la puerta.

Sí... —sonreí levemente y me adentré en el local. Cogí un par de paquetes de Chocoberrys para Bobi y me dirigí hacia la sección de bebidas con alcohol.

No, no me había vuelto alcohólico, mal pensados.

Sino que echaba de menos el sabor del vino.

Entended lo que supone para mi paladar el encontrar algo que sepa diferente a carne cruda y sangre humana.

¿Veis?

Otra vez excusándome.

Busqué con la mirada cuál botella sería mejor, como si yo entendiera de eso, y agarré una cualquiera. Me puse a leer la etiqueta, cuando vi por el rabillo del ojo cómo Larry se acercaba a mí.

—¿Te puedo ayudar? —se ofreció, cruzándose de brazos.

Alcé mi mirada, quitándola de la botella, e hice una mueca con la boca.

—¿Qué vino es el mejor? —pregunté serio, frunciendo el ceño.

—¿Ahora te ha dado por beber o es que acaso tus padres están por aquí? No debería venderte alcohol... —respondió, quitándome la botella de las manos para colocarla en la estantería de nuevo.

—No, no están. Es para mí —contesté, observando cómo elegía otro vino—. Quiero decir, no me ha dado por beber o algo así, pero de vez en cuando...

—Era broma —rio y se giró con una botella en la mano—. Mira, este vino está muy bueno y es barato —me lo enseñó.

LA SANGRE DEL HÉROEWhere stories live. Discover now