Capítulo 26.

3K 474 472
                                    

—¿Qué? —pregunté extrañado en un fino hilo de voz.

—Que tus ojos son preciosos —repitió sin apartar su mirada de la mía.

—No hace falta que mientas —solté una carcajada nerviosa.

—¿Crees que miento? —frunció el ceño, despertando del trance en el que había estado metido contemplando mis iris.

—Darian, mis ojos son raros —simulé una sonrisa, aunque no me salió muy auténtica.

—Literalmente, son diferentes —rio con suavidad—. Pero eso no quiere decir que no sean maravillosos —bajó su mano hasta mi mejilla, volviendo a clavar su mirada en la mía.

Me quedé en silencio, puesto que me había dejado sin palabras y sin saber qué pensar, ya que lo que menos me imaginaba era que a alguien, aparte de mi familia, le pudieran gustar tanto mis ojos. Disfruté durante unos segundos del turquesa de sus iris hasta que vi cómo eran rodeados por una rojez que indicaba que Darian estaba a punto de llorar.

—¿Qué te pasa? —pregunté preocupado.

—Nada —negó con la cabeza a la vez que soltaba una risa fingida y se limpiaba los ojos con la manga de su camiseta.

—¿He dicho o hecho algo malo? —contesté, mirando cómo volvía a negar.

—Al contrario —clavó sus ojos en los míos—. Me emociona que confíes en mí —me sonrió con algo parecido a nostalgia mientras se encogía levemente de hombros.

—Qué tonto —solté una carcajada que hizo que el chico me mirase extrañado. Me incliné hacia él y rodeé su cuello con mis brazos para pegarle a mi cuerpo.

Darian enterró su cara en mi hombro a la vez que me abrazaba por la cintura y me daba suaves caricias en el final de mi espalda, las cuales provocaron que yo soltase un suspiro.

—Darian —susurré sobre su oído.

—Uhm —contestó, aferrándose aún más a mi cuerpo.

—¿Sigues siendo mío? —murmuré algo avergonzado, aprovechando que no podía mirarme a la cara.

—Más que antes, Dabi —respondió, provocando que una corriente de cosquillas invadieran mi estómago.

—Darian —volví a llamarle, separándome lentamente hasta quedarnos a escasos centímetros.

—Dime —dijo extrañado, sorbiendo por su nariz.

—Yo también soy tuyo —confesé serio, clavando mis ojos en los suyos, haciendo que el peliblanco los abriera a causa de la sorpresa.

—¿Estás seguro? —tartamudeó intentando que no se le quebrase la voz.

No respondí. Simplemente acerqué mi cara a la suya, sosteniendo una de sus mejillas con mi mano, y le besé con una ternura que nunca antes había llegado a experimentar. De repente, sentí cierta humedad entre nuestros labios y un sabor salado que se filtró por mi boca. Interrumpí el beso para ver de qué se trataba y miré a Darian mientras pasaba mi lengua por mis labios, cerciorándome de que era una lágrima del peliblanco. Pasé el pulgar de la mano que tenía en su mejilla por ella y fruncí el ceño.

—¿Estás bien? —murmuré comenzando a ponerme nervioso.

—Hacía tiempo que no me sentía tan bien —me sonrió y acarició mi cintura con sus dedos, poniéndome la piel de gallina.

—¿Quieres que nos vayamos a dormir? —pregunté, llevando mi mano hacia su nuca.

—Creo que será lo mejor —carcajeó sin apenas ganas tras asentir con su cabeza. Se separó de mi cuerpo y se arrastró por mi cama hasta llegar al lado donde él solía dormir para meterse  bajo las sábanas.

LA SANGRE DEL HÉROEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin