Capítulo 30.

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—¡Venga, Bobi! —grité mirando hacia las escaleras en el recibidor, esperando a que mi hermano bajase.

—Siempre está igual con ese estúpido muñeco —protestó Gabi cruzándose de brazos.

—Creo que precisamente tú no eres el más indicado para decir eso —solté una carcajada burlona mientras le miraba una de mis cejas alzada.

—Yo no tengo que dejar acostado a Killer en mi cama siempre que nos vamos —gruñó, comenzando a sonrojarse.

—Si tú lo dices... —rodé lentamente mis ojos.

El mediano iba a hablar, pero los saltos que daba Bobi bajando las escaleras le interrumpieron.

—¡Ya! —exclamó tras saltar los cuatro últimos escalones.

—Aprovechemos el día —rodeé sus pequeños hombros con mi brazo y empujé suavemente su cuerpo para que comenzara a caminar hacia la puerta.

Bueno, os cuento.

Como bien dijeron mis hermanos la noche anterior, lo que debíamos hacer para atrapar al pirómano era entrenar concentrándonos sólo en él, así que eso hicimos.

Encima, aquel día era uno de los pocos en los que en Weirdthon hace sol.

Hasta el clima parecía que nos favorecía y animaba para acabar con el villano.

Lástima que, finalmente, eso no nos sirviera de nada.

Ahora es cuando os dejo bastante rato confusos, desesperados y cabreados conmigo.

Nos dirigimos hacia los acantilados donde siempre entrenábamos, motivados y dispuestos a hacer nuestro mejor esfuerzo.

—Bien —di una palmada, colocándome frente a mis hermanos—. Bobi, tú quédate aquí conmigo —puse una mano en su cabeza—. Gabi, tú aléjate unos metros —hice un movimiento con la mano que indicaba que caminase hacia atrás.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó el pequeño alzando su cara hacia la mía.

—Gabi va a hacer de pirómano —miré al mediano y le sonreí pícaramente.

—¡¿Qué?! —exclamó sorprendido una vez se distanció de nuestros cuerpos—. ¡¿Por qué yo?! —alzó sus manos enfadado.

—Porque tú eres el único que tiene un poder más o menos parecido —expliqué, distanciándome a un metro de Bobi.

—Mi poder no es como el de ese —gruñó creyendo que no le había escuchado.

—Él lanza fuego, tú ondas —alcé mi voz para que me oyera bien, provocando que mi hermano abriera sus ojos de par en par al hacerlo, puesto que no se lo esperaba.

—Está bien —masculló entre dientes y soltó un suspiro.

—¡Gabi, eres el malo! —gritó Bobi entre risas, intentando picarle.

—¡Tú te callas! —respondió rabioso, haciéndole reír aún más.

—Déjale o si no acabará con nosotros —carcajeé mirando al pequeño, el cual me asintió con una sonrisa como respuesta.

Clavé mis ojos en Gabi y le indiqué a su mente lo que debía hacer y, cuando este alzó su pulgar indicándome que lo había entendido, el ejercicio empezó. Levantó sus dos brazos en nuestra dirección, y vimos cómo comenzó a formarse energía en las palmas de sus manos a la vez que cerraba los ojos para lograr una mayor concentración.

—Dabi... —murmuró Bobi un poco asustado.

—Corre —le ordené justo antes de que nuestro hermano lanzara las dos ondas contra nosotros.

LA SANGRE DEL HÉROEWo Geschichten leben. Entdecke jetzt