Capítulo 18.

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Darian se separó de golpe y quitó la mano de mi cuello.

—Será el repartidor —dijo nervioso a la vez que se levantaba del sofá.

Sacudí levemente mi cabeza mientras él salía del salón hasta el recibidor.

_¿Qué ha sido eso? —susurré, llevándome una mano a la frente.

—¡Ya he terminado! —gritó Bobi corriendo desde las escaleras.

Alcé sorprendido mi mirada hacia mi hermano, ya que no me lo esperaba, y observé cómo llegaba hasta mí.

—No sabía que Darian estaba aquí —comentó, sentándose a mi lado—. ¿Qué es eso? —arrugó su nariz, señalando las copas y la botella con su índice.

—Vino —miré la mesa—. Ya te contaré luego —me giré hacia él y acaricié su pelo con mi mano.

—Vale —se encogió animado de hombros.

—¡Hola, Bobi! —exclamó Darian entrando de nuevo al salón con una bolsa entre sus brazos.

—¡Hola! —saludó mi hermano cambiándose al sillón.

Darian se sentó en el mismo sitio en el que llevaba toda la tarde y dejó la bolsa sobre la mesa.

—¿Quieres cenar? —le preguntó al pequeño mientras sacaba la comida.

—No, gracias —dijo balanceando sus piernas con las manos debajo de los muslos—. Ya cenaré luego —le sonrió.

—Como quieras —carcajeó—. ¿Y tú? —se dirigió algo nervioso a mí, girando su cara hacia la mía.

—No, no —negué a la vez con mi cabeza.

—¿Llevas mucho rato aquí? —mi hermano interrumpió el primer bocado que Darian le iba a dar a su hamburguesa. El chico simplemente asintió, terminando de morder—. ¿Y qué habéis hecho?

—¿A ti qué te importa? —alcé una de mis cejas, soltando una carcajada después. Podía notar cómo, Darian, siguió comiendo por no querer contestar.

Bobi me sacó la lengua y se cruzó de brazos, echándose hacia atrás en el respaldo.

—Bueno, Alysson, mañana nos vemos —escuché decir a Gabi en el recibidor.

Los tres nos giramos para averiguar si lográbamos ver algo, pero no hubo suerte.

—No llegues tarde, eh —respondió la chica ya en la puerta.

—Iré rápido —contestó con cierto tono vacilante.

—Vale —rio—. Buenas noches, Gabi.

—Hasta mañana —dijo mi hermano segundos antes de cerrar la puerta.

Miré a Bobi, y este me devolvió extrañado la mirada. Entonces, Gabi se adentró en el salón, frunciendo el ceño al ver nuestras caras.

—¿Qué? —se puso al lado de sillón donde estaba Bobi.

—¿Mañana va a venir otra vez? —pregunté, rascándome el esmalte con las uñas de la mano contraria.

—No —se sentó en el brazo del sillón—. Mañana por la mañana, iré a su casa —llevó su mirada a Darian—. Que te aproveche —intentó disimular una mueca de asco.

—Gracias —le sonrió con la boca llena.

—¿Te gusta esa chica? —Bobi preguntó en voz alta lo que todos queríamos saber.

—¡No! —exclamó alarmado Gabi dándole una colleja a nuestro hermano.

—¿Por qué me pegas? —se quejó el pequeño llevándose la mano al cogote.

LA SANGRE DEL HÉROEWhere stories live. Discover now