Capítulo 2.

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Así es, nos alimentamos de carne y sangre humana. Es como la vitamina para nuestros dones. Asqueroso, ¿eh?

Si dejamos esa alimentación, nuestros superpoderes desaparecerían y nosotros nos convertiríamos en personas normales.

Y vosotros diréis, ¿por qué queréis mantenerlos, cuando os hace alejaros del resto del mundo?

Os lo explicaré, aunque no vayáis a entenderlo.

Lo primero es que mis padres nos alimentaron así desde que nacimos. Bueno, a Gabi y a mí, ya que Bobi sólo tenía un año cuando murieron. Aún así, sus biberones estaban preparados con sangre.

En fin, que ya era costumbre.

Cuando murieron, le propuse a Gabi el dejar los poderes atrás y alimentarnos como la gente normal, pero desgraciadamente no pudimos. Toda comida que nos tragábamos, a los pocos minutos, la vomitábamos. Era realmente asqueroso.

Como Bobi aún era un bebé, intentamos prepararle los biberones de leche para que fuera acostumbrándose y que, al menos, él llevara una vida corriente, pero el pequeño no llegaba ni a tragársela.

Cuando a los cuatro años, en su jardín de infancia, descubrió los Chocoberrys, una esperanza se encendió en nuestros corazones, pero se apagó tan rápido como vino.

Aquellas bolas de chocolate rellenas de fresas sólo eran una excepción.

Gabi siempre hace la broma de que le gustan porque el líquido de las fresas parece sangre.

Total, que seguimos alimentándonos de cuerpos humanos.

Os resultará repugnante, pero para mí la carne humana tiene un sabor más que satisfactorio. Y si ya hablamos de la sangre, es otro nivel. Adoro cuando a cada mordisco que doy a un cuerpo chorrea por mi boca, llenándome la barbilla y el cuello de su líquido.

Me aporta una adrenalina difícil de explicar. Es como una maldita droga para mí.

Tras el banquete que nos habíamos dado, arrancamos la carne restante que quedaba en el cuerpo del ladrón y la metimos en la mochila que llevaba Gabi. Después rompimos los huesos y los guardamos en la mía. Siempre teníamos ese procedimiento.

No nos gustaba desperdiciar la carnada, así no nos haría falta matar a alguien que realmente no lo merecía. Nosotros sólo nos comíamos a asesinos, delincuentes y, si el hambre apretaba, malhechores de tres al cuarto. Si algo bueno tenían los "villanos", como así les llamaba Bobi, era que la mayoría eran personas solitarias que viajaban de un sitio a otro para robar, o simplemente enfermos mentales que no tenían familia. Bien porque no querían o porque mismamente ellos se las habían cargado. En resumen, nadie les echaría de menos.

Llegamos a casa unos minutos después.

Se me olvidó mencionarlo antes.

Los tres tenemos un súper poder en común y es que podemos llegar a alcanzar corriendo una velocidad superior a la de cualquier persona normal.

Esto hace que cazar sea más que fácil, al igual que el huir si alguna situación se complica.

—¡Estoy lleno! —gritó Bobi, estirando sus brazos nada más entrar por la puerta.

—¿Dónde pongo la mochila? —preguntó Gabi, descolgándosela de sus hombros.

—Déjala en el suelo —respondí mientras echaba la llave—. Ahora lo preparo yo todo —me volteé hacia él y sonreí.

LA SANGRE DEL HÉROEWhere stories live. Discover now