Capítulo 23.

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Mis hermanos llegaron a casa después de sus clases.

—¿Cómo os ha ido? —les pregunté en el recibidor, encargándome de sus mochilas.

—Me he portado bien —respondió Bobi con una leve sonrisa.

—El examen me ha salido genial —contestó Gabi quitándose su chaquetón.

—¿Y los poderes? —puse una mano en el pelo de Bobi, haciendo que alzara su cabeza para mirarme.

—Ha habido un momento en la clase de gimnasia que he desaparecido, pero no se han dado cuenta —se quedó con la cabeza hacia atrás un rato hasta que di una caricia en su mejilla.

—Bueno, demos gracias por ello —le sonreí, provocando que me imitara—. ¿Y tú? —miré a Gabi.

—Tranquilo, estaba demasiado ocupado pensando en el examen —alzó uno de sus pulgares en mi dirección.

—Bien... —murmuré, viendo cómo se iba hacia la cocina, cuando Bobi cogió su mochila para arrebatármela de mi brazo—. ¿Qué pasa? —fruncí el ceño, ayudándole a descolgarla.

—Dentro están las macetas para mamá —abrió la cremallera—. Son amarillas —aclaró conforme sacó una y me la enseñó algo más alegre.

—Eran su color favorito —la cogí y la observé con más detenimiento, pensando en cuánto le hubieran gustado a nuestra madre.

—Lo sé —carcajeó—. Gabi me lo ha dicho, por eso las he escogido —sacó la otra y la mantuvo entre sus manos—. Bueno, las he robado —se encogió de hombros, mirándome con cierto temor.

—Ha sido por una buena causa —le sonreí para restarle importancia, y sus ojos se iluminaron.

—¿Vamos a ponérselas ya? —preguntó emocionado.

—Claro —asentí, comenzando a andar hacia la cocina—. Gabi, vamos a la tumba —le ordené, viendo cómo se estaba bebiendo una botella de sangre.

—Hemos robado velas también —respondió una vez terminó de tragar—. Están en mi mochila —informó, haciendo que me llevara una mano a la frente—. Tranquilo, tú puedes controlar mentes, pero Bobi es invisible. Sabemos arreglárnosla sin ti —sonrió de lado.

—Ya veo... —murmuré, abriendo la mochila de Gabi—. Pues vamos —dije una vez tuve las velas en mis manos. Cogí un encendedor que teníamos en la cocina y salimos fuera.

Las tumbas de nuestros padres estaban bajo un gran árbol al final del jardín, el cual tenía sus hojas marchitas por estar en invierno, pero que en primavera siempre volvía a ser frondoso. Nos colocamos en frente de las tumbas y pusimos las velas encendidas sobre la lápida de piedra que habíamos hecho para los dos unos años atrás.

—Espero que te gusten, mamá —dijo Bobi mientras dejaba las macetas sobre la tierra.

—¿Vas a decir algo? —preguntó Gabi sin querer mirarme si quiera.

—Deberíamos hacerlo los tres —respondí sin dejar de mirar la lápida.

—¿Puedo? —intervino el pequeño agarrando mi brazo. Yo asentí—. Sé que no pudisteis disfrutar mucho tiempo conmigo, pero aunque yo no tenga recuerdos, debéis saber que, Dabi y Gabi, me han contado muchas cosas sobre vosotros. Tantas que a veces tengo la sensación de que os conozco de verdad —soltó una suave carcajada que me hizo sonreír—. Os quiero —alzó su voz como si así se fuesen a enterar mejor.

—Muy bien, Bobi —rodeé su cuello con un brazo y miré a Gabi—. Te toca —le di un pequeño toque en el hombro.

—Vale —susurró serio, con sus manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, y dio un paso hacia delante—. Mamá, papá, todos los días me acuerdo de vosotros. De cómo mamá me daba abrazos y yo sentía que me iba a asfixiar, y de cómo papá miraba a Dabi con todo el amor del mundo —comenzó a decir, haciendo que le mirase extrañado—. Un día lloré porque pensaba que no me querías como a él, pero tú me dijiste que nos querías a los dos por igual, sólo que tenías que dedicarle más tiempo a Dabi porque, al tener el mismo poder que tú, sabías bien los problemas que le podían acarrear —suspiró—. A partir de ahí, empecé a ver a mi hermano mayor con los mismos ojos que tú. Él fue quien me hizo querer a mis poderes. Te digo esto para que sepas que, estés donde estés, no tienes que preocuparte por mí —soltó un sollozo—. Ya que, siempre que esté con Dabi, estaré bien —sacó una mano y se limpió un ojo con la manga de la chaqueta—. Pero ojalá siguierais vivos —fue interrumpido por un llanto que conmovió mi corazón a más no poder.

LA SANGRE DEL HÉROEWhere stories live. Discover now