Capítulo 38: Osadía

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Falling Slowly

Capítulo 38: Osadía

Los días transcurrían y poco a poco TaekWoon volvía a una frágil normalidad. Las pesadillas eran una constante, así como sus escapadas de noche. Por lo menos no regresaba apestando a alcohol como antes. No tan a menudo. Parecía deambular la ciudad buscando aclarar pensamientos turbios.

HongBin lo esperaba con paciencia y procuraba mantener el pequeño apartamento lo menos patas arriba posible. También era difícil mantener la concentración con el corazón en la boca, pero le pedía al viejo Hwang que protegiera a TaekWoon, y con esa fe, intentaba estudiar.

El año escolar iba a terminar y apenas había salido bien librado. Primera vez en su vida que debería repetir exámenes y su promedio no deslumbraba como antes. Se suponía que al acabar el año se mudaría a Japón y dejaría atrás Seúl, y con eso a ChanSik, WonSik, a su noona, a la ahjumma y a TaekWoon. Sólo ese pensamiento le hacía manotear los cuadernos. Y al manotear los cuadernos, tomaba el piano de cartón y practicaba.

Lo bueno de estar a solas es que podía desplegar aquella arrugada partitura e intentar con el corazón. Tarareaba la letra, la melodía, y con ella pedía que el TaekWoon que antes tanto había brillado, volviera con él. Quería salvarlo tanto como TaekWoon lo había hecho para él.

Su celular vibró sobre la mesa, deteniendo su tarareo y deditos pisando las teclas de cartón.

—¿Aló, ChanSik?

—¡No me devolverán el celular hasta la otra semana! ¡Deja que te cuente antes que me mates! —chilló a su oreja. HongBin enarcó la ceja y remordió sus labios, ignorando la retahíla de explicaciones que lloriqueaba su mejor amigo, para enfocarse en qué hacer en cambio.

En eso, la puerta se abrió. HongBin rápidamente dobló la partitura y se la metió al bolsillo del pijama.

TaekWoon cruzó la puerta con pies extrañamente rígidos. La mano aferrada al picaporte flaqueó, delatando sus rodillas temblorosas. Cabizbajo y con el largo flequillo al frente lo intentaba, pero su rostro pálido y amoratado se notó.

—¡¿TaekWoon!? —El chico palideció en la silla—. Me tengo que ir —balbuceó de prisa y tiró el teléfono. Corrió hacia TaekWoon, quien se escurrió de entre sus manos rumbo al pasillo—. ¿Qué te pasó? ¿Eso es sangre? ¿Es sangre? —Le persiguió y saltó a su espalda. De un jalón tiró de sus hombros, obligando a que le mirase.

HongBin contuvo un exhalo al ver los moretones sanguinolentos en sus pómulos y el labio roto.

—Estoy bien, sólo me caí —excusó, librándose de su agarre y yendo a la cocina.

—¿¡Caerte!? ¡Eso son golpes! ¿Quién te hizo esto? —reclamó asustado.

—...Me topé con unos tipos, nada más —finalmente confesó, abriendo el refrigerador. Tomó una lata de cerveza, la abrió contra la puerta y le dio un trago largo, enjuagando la sangre que escupió en el fregadero.

—¿Te robaron? ¿Qué te hicieron? —insistió para nada convencido. Parpadeó y reaccionó—. ¡Las heridas! ¡Debo curarte! —Tomó una silla y se subió hacia la alacena, rebuscando el botiquín.

—No, no. No es nada. —Intentó tranquilizarlo, pero ya había saltado con la caja en manos. HongBin lo jaló e hizo sentar, preparándose para curarlo—. En serio... —murmuró esquivando sus manitas. No evitó soltar una risita cansada por su afán—. Me defendí, ¿o crees que soy un debilucho? Es sólo que, bueno. —Encogió de hombros y abultó los labios—. Eran muchos...

Falling Slowly (LeoBin, Neo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora