Capítulo 27: Cinco mil wons

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Un saludo doblemente esponjoso a una de mis lectoras, Ale, deseandole mis buenas vibras para que mejore de salud.

Sin más, a leeer.


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Falling Slowly

Capítulo 27: Cinco mil wons


Salió corriendo de la estación de metro. Mirando a todas partes intentaba ubicarse. Estaba pálido y mareado. Sus reflejos eran un desastre.

Y aun así no se detendría.

Un letrero avejentado e ilegible de un parque, un par de restaurantes y un banco bajo un árbol.

¡Era tan malditamente difícil de encontrar!

Tropezó, pero no importó. Comenzaba a anochecer, encendiéndose las bombillas de los postes alumbrando los caminos. Bajo el haz plata de uno de ellos detalló el árbol, el banquillo y la solitaria persona iluminada en motas de luz.

Apresuró el paso y detuvo en seco cuando HongBin advirtió su presencia a un par de metros.

Le miró fijamente sin moverse de su sitio.

Labios resecos y destrozados, ojos errantes y rostro pálido. Mantenía su manía de morderse el labio, conteniendo el torbellino de emociones destructivas adentro.

Estaba destrozado como reflejaban esos labios.

—Te llamé sólo porque ChanSik vive más lejos —murmuró sin quitarle los ojos de encima. Voz clara, algo arrogante. Nada que ver al gimoteo nervioso de hacía una hora.

—¿Estás bien? —balbuceó sin aliento. Apresurado se quitó la sudadera y se la puso sobre los hombros— Vámonos —le rodeó.

De un empujón se zafó de su agarre.

—¡Eres el tipo más imbécil que he conocido! —se quitó la sudadera de encima y la apretó en su puño— Y no entiendes nada... ¡Él que no entiende nada eres tú! —se la arrojó a la cara.

Se sacaba la sudadera de encima cuando vio venir un puño.

Con torpeza lo atajó a centímetros de su nariz. Parpadeó sorprendido.

Gruñó y le lanzó otro puñetazo. TaekWoon tambaleante contuvo ambas manos con fuerza.

Como zorro en una trampa trataba de soltarse a pataleos, gritos y maldiciones, pero los puños del doble que los suyos le contenían el huracán que era.

—¡Te odio! —rugió— ¡Todos son una mierda, pero tú más! ¡Tú más!

Era descorazonador su arrojo explosivo.

No eran tan diferentes como parecía.

Nadie es tan diferente como parece.

Un chico tan hermoso como él, de ojitos vivaces y sonrisas preciosas.

¿Cómo alguien como él le miraba con esa fiereza que acongojaba al corazón?

¿Qué tanto daño le hizo?

Se sintió a oscuras en ese momento.

¿En qué instante su luciérnaga renunció a brillar para él?

Le había prometido no hacerle daño. Le había advertido que el mundo estaba lleno de personas malas y que hacían daño. Y había sido él, a fin de cuentas.

Falling Slowly (LeoBin, Neo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora