Capítulo 29: Alhajero robado

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Falling Slowly

Capítulo 29: Alhajero robado


"Joven Lee,

Mi único nieto.

La sangre se vuelve nada cuando sentimos con el corazón.

Gracias por enseñarle eso a este viejo tonto.

Rogaré tu perdón hasta el último aliento. Algún día, lo entenderás, pero, pase lo que pase y pienses lo que quieras sobre mí, te seguiré queriendo. A tu padre y tía también.

Perdóname, hijo."


Parpadeó vacilante. Las lágrimas y la soledad se tornaron la más cálida de las confusiones. Si una mixtura como aquella era remotamente posible.

Los guantes blancos entre sus manitas tibias fueron estrujados.

Un manotazo arrugó la carta tirándola al piso. HongBin silente inclinó de su silla y la recogió con delicadeza.

La que se merecía.

—¡Ese maldito viejo loco! —vociferó el señor Lee dando vueltas en el comedor entre maldiciones y caladas de cigarrillo. La señora Lee se mantenía pálida de impresión sentada en la mesa y las dos sirvientas cabizbajas escoltándoles detrás— ¿¡Crees que me tragaré esta mierda!? —a zancadas el hombre se aproximó a HyeJa, más detuvo en seco y apretando el puño prefirió arremeter contra la mesa.

La vieja estremeció y con los ojos clavados al suelo, asintió.

—Sólo cumplo la última voluntad del señor Hwang, señor Lee... Y el de la señora MiRae también... —murmuró desconsolada todavía por la pérdida.

Apenas un día había pasado, pero esa culpabilidad tantos años sepultada y de un día para otro a sus cuestas fue insoportable.

—¿¡Y quién te paga a ti?! —la zarandeó— ¡¿Ese borracho o yo!? ¿¡La puta de mi mamá o yo!? —la viejecilla sollozó y negó con la cabeza— ¡Si no fuera por mi padre seguirías en la calle!

—¡Papá! —clamó porque la soltara. Con repudio la soltó y volvió a dar vueltas. HyeJa sollozaba aterrada entre los brazos de SoRi que le habían atajado.

—¡Esto no cambia nada! —señaló a los presentes con una sonrisa lunática— ¡No soy Hwang! ¡No soy hijo de unos jodidos campesinos! ¡Mi padre es y será siempre un Lee! —juró a lo alto peinando sus cabellos hacia atrás con nerviosismo.

—Nadie... —musitó tímida la señora Lee— Nadie tiene por qué saberlo, cielo...

—¡Por supuesto que no, imbécil! —secundó— El malnacido de mi tío nos saltaría a la yugular, ¡no voy a entregar todo lo que hemos forjado! —de sólo imaginar el escándalo que se ceñiría sobre ellos y el oportunismo del resto de la estirpe en reclamar la empresa y demás bienes era aterrador para él.

Una pesadilla.

Todo un mundo seguro y de éxito derrumbado.

Y por un campesino y una puta.

—¡Él es mi abuelo! —defendió con las cartas en mano.

—¡Tu abuelo lleva trece años muerto! ¡No un día! —le gritó conmocionándole.

Falling Slowly (LeoBin, Neo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora