Capítulo 16: Nudillos lastimados

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Falling Slowly

Capítulo 16: Nudillos lastimados


—Vine a verte —dijo sin dejar de sonreír. TaekWoon miró a los lados y correspondió reclinándose sobre la barra.

—¿La malteada para llevar? —preguntó siguiéndole el juego. Entre risitas el chico negó— ¿No? De acuerdo —tranquilamente cogió un puñado de bolsitas de papel café claro y las pinzas—¿Quién te trajo? —HongBin se agachó un poco, queriendo verle tras la vitrina refrigerada.

—¡Hwang! —TaekWoon asintió atento, buscando las galletas y metiéndolas en las bolsitas. Le daría las más frescas— En dos horas me viene a buscar.

—¿Y qué piensas hacer en dos horas? —vaciló con una pequeña sonrisa. Al percatarse de ella la quitó. Era un poco estúpido, pero esos segundos cara a cara a través de la vitrina se sentían muy bien. Como una burbuja azucarada y algo fría para la nariz— Estoy trabajando —se irguió de nuevo, acumulando las bolsas encima.

—¡Haré la tarea mientras te veo trabajar! —cuchicheó dando media vuelta para enseñarle la mochila a la espalda— Mientras tenga mi malteada estaré bien —TaekWoon entornó los ojos y fue hasta el fondo, llenando la licuadora con la fruta en el congelador. HongBin de puntillas le miraba feliz, sin saber que su sonrisa era correspondida a espaldas. Tras acabar el pedido y pagar en la caja registradora le entregó la exorbitante factura y bolsas.

—Cuando me desocupe paso a verte, ¿sí? —le confió al notarle algo dudoso sobre cual mesita tomar— No te pierdas de vista. Quédate cerca —advirtió señalando con suma discreción una de las bolsitas de papel y yéndose tras ser llamado por otro cliente. Ofuscado se sentó en una de las mesas vacías y abrió la bolsita.

Un par de galletas con forma de coloridas flores se habían sumado al pedido.

••••••

Luchaba por mantener la concentración a su libro de historia, pero el ruido del local, la voz de TaekWoon mimetizada entre ese escándalo y su misma presencia, yendo, viniendo y repartiendo amables sonrisas le obligaban a aceptar la derrota. De cuando en cuando, sus miradas lograban cruzarse y no sabía si era por comer tantas galletas o por su sonrisa en sí que lo resentía al estómago.

Con una galleta entre los labios volvió a fisgonear. Creía que desde su ubicación no se daría cuenta de lo obvio. El pelinegro le volvió a sonreír con aquella sutileza que tan tonto le ponía. La galleta se le salió de la boca, bajando rápidamente la cabeza para cubrirse. Estaba rojo hasta las orejas y maldiciendo en silencio ser tan tonto. Y pese a la distancia, creyó escucharle reír.

Bufó haciéndose el ofendido, mirando de soslayo la mochila entreabierta y repleta de bolsas a su lado.

—Hey, niño, ¿está ocupado? —una voz le sobresaltó— ¡Oh, lo siento, lo siento! Es que está lleno —excusó rápidamente el hombre, que encogió de hombros con una sonrisa avergonzada. HongBin miró a todos lados dándose cuenta del desastre de clientes, bolsas y tarjetas. Era hora pico y lloviznaba.

—N-No, siéntese —invitó señalando la silla de enfrente. No acostumbraba a hablar con desconocidos, o estar solo. Pero estaba con TaekWoon y con ese mantra se mantuvo cabizbajo, mirando sin leer en realidad a su libro mientras el hombre merendaba su rosquilla con café. La ansiedad con la que engullía y sus ruidos al masticar le crispaban aún más los nervios.

Falling Slowly (LeoBin, Neo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora