Capítulo 4: Es suficiente

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Falling Slowly

Capítulo 4: Es suficiente.

Varias semanas habían transcurrido, y pese a sacrificar horas de sueño de más, estaba complacido por sus clases de música. Era un verdadero reto compaginar sus clases de los martes y sábados con las lecciones de tenis, el colegio y las prácticas de basquetbol, pero la sonrisa que brillaba sobre su rostro ojeroso era la prueba de que no era para nada un error.

La única pregunta que resonaba en su cabeza era el por qué JaeHwan buscó a TaekWoon para que le diese clases, ¿Eran amigos? No podía siquiera imaginarlo así. JaeHwan, obviando sus momentos de seriedad debido a la profesión, era un muy alegre y locuaz. En cambio, TaekWoon era una sombra y no de esas sombras saltarinas y leales que te siguen a todas partes mientras corres como un niño, sino una lúgubre y silenciosa que cuando menos lo esperas desaparece misteriosamente.

Dos personas tan diferentes no podían estar emparentados. Claro está, fuese un primo lejano y muy raro del jovial psicólogo. Pero tampoco, no tenían ningún rasgo semejante.

Eran agua y aceite.

—¿En qué tanto piensas? —sacó de su burbuja esa pregunta burlona el chico delgado y de piel ligeramente tostada sentado al frente. HongBin parpadeó distraído y le miró, desconcertado hasta de dónde estaban— ¡Aló, tierra llamando al frijol rojo! ¿Me escuchas? —bromeó moviendo la palma frente sus ojos.

—Estoy bien, ChanSik. Sólo estaba pensando—respondió con la mirada gacha al plato que estaba almorzando en el comedor del colegio. ¿Cuánto tiempo se quedó divagando? Ni recordaba el sabor del puré de patatas y guisantes en su paladar.

—Me imagino, ya temía te hubieras quedado dormido con los ojos abiertos —sonrió encogiendo de hombros— ¿En qué tanto pensabas? Me distraje con el celular y cuando subí la mirada, ¡Pum! Vagándole el cerebro en quién sabe dónde —parloteó el joven de cabellos azabaches y alborotados en desprolijos rizos.

—No sé... me quedé un momento pensando sobre mi profesor de música, y... —comentó en voz baja, pinchando un guisante con su tenedor de plástico. Al mirar al frente se percató de su expresión socarrona; esa de ceja enarcada y media sonrisa pícara que tanto conocía— Oh no...ChanSik, ¡no!

—Te gusta —dio como veredicto apoyado de codos sobre el mantel y con las manos cruzadas a su mentón, realmente divertido de pillar infraganti a su mejor amigo— Te gusta...eh, ¿Cómo se llamaba? —antes de HongBin poder responder le interrumpió con la mano— ¡Ah, sí! TaekWoon. Ni te creas, no me he olvidado de su nombre, y menos si lo mencionas a diario —burló.

Sintió las mejillas escocer.

—¡¿Estás loco!? —se abalanzó sobre la mesa y le tomó de la corbata. ChanSik reía sin parar— Es un hombre...—murmuró avergonzado.

—¡¿Qué tiene?! —carcajeó— ¿Qué tiene de raro? —repitió ante su mirada consternada y revuelta de preguntas sin respuestas.

—Nada... no tiene nada de malo —musitó cabizbajo y aflojó el agarre.

Pese a que su padre desde niño le había lavado la cabeza respecto a que los homosexuales eran desperfectos de la naturaleza, su tiempo estando en el colegio había abierto sus ojos a una realidad diferente a la única válida en su jaula de oro. Y no podía sentirse más que agradecido a ese chico bromista, pero sumamente comprensivo, quién fue el primero en presentarle a varios amigos, ahora entrañables, para demostrarle que ser diferentes no estaba mal. Aunque otros dijesen lo contrario.

—¿Entonces si te gusta...? —ronroneó ensanchando la sonrisa.

—¡Por supuesto que no! —golpeó la mesa con el puño, recibiendo la mirada reprobatoria de los demás alrededor. Cuando el silencio incómodo se restableció en el natural bullicio escolar, suspiró— Solamente me parece un tipo muy raro... a veces me da miedo y otras me deja muy intrigado, sobre... ¿Por qué es así de contradictorio... conmigo? —resopló mirando a las burbujas de gas del refresco que estallaban a orillas de su vaso.

Falling Slowly (LeoBin, Neo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora