Capítulo 8: Odiada vulnerabilidad

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¡Gracias por leer! Un saludo y un abrazo a todas. Creo que hoy es el cumpleaños de una de las chicas que me lee. Hice mi pequeño esfuerzo en hacerme un tiempo y publicar hoy, como regalo(?). ¡Espero que a todas les guste!

NOTAS:

A mitad del texto está el vídeo de una canción. Cómo no, Falling Slowly. Forma parte del OST de la película ONCE, creo que la canción fue ganadora de un Oscar y HongBin hizo un cover de ella en un concierto. El próximo capítulo contendrá las letras y el sentido que tiene con toda la historia. Por ahora, usen audífonos y disfruten la melodía. Si leen a buen ritmo calza JUSTO con el texto. Aunque recomiendo seguirla escuchando porque queda bien hasta la escena final de todas maneras. Pero sí, la calcé justito para darle cierto realismo(?).

Sin más que decir, disfruten.

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Falling Slowly

Capítulo 8: Odiada vulnerabilidad


—¿Dónde se habrá metido? La comida se va a enfriar... —murmuró con una expresión de inquietud en el rostro. Sin embargo, su amigo estaba más concentrado en comer su brocheta de calamar frito.

—¿No responde? —preguntó WonSik chupando sus dedos. El pelinegro entornó los ojos y le repartió lo que cargaba en brazos, andando por el patio en su búsqueda. Sólo esperaba que ningún otro niño se le arrojara encima y volcara los cuencos que sostenía. Bibimbap, brochetas de calamar frito, una lata de gaseosa y muchas bolsas de dulces, era lo que le había comprado. WonSik bromeó sobre si quería cebarlo y él se limitó a gruñir como respuesta.

HakYeon andaba por ahí, ¿lo había dejado a su suerte? Endureció la mandíbula. Si no lo encontraba en los próximos tres segundos sería capaz de gritar su nombre en el megáfono del colegio, romperle la cara a HakYeon y fumarse una cajetilla entera de angustia, claro, ¡si no se la hubiesen tirado en la cara! Debía calmarse o estallaría. WonSik pudo ver en sus ojos la preocupación apenas se dio cuenta que ya no estaba.

—Me dijiste que tenía chamarra azul, ¿no? ¿Ese no es él? —señaló al jovencito a lo lejos sentado en el peldaño del pasillo más solitario que encontró. Ya rondaban las cinco de la tarde y la afluencia de personas disminuía.

—¡Lee! —un reclamo molesto le obligó a subir la mirada con cansancio. Lamía desinteresado una fresa caramelizada y clavada en una paleta que una ahjumma le convenció de comprar. Ni tenía idea de ese dulce, pero fue lo menos extraño que vio en la mesa— Eres como un niño, ¡maldición! ¿Dónde estabas? —reprendió sentándose a su lado de mala gana— ¿Cómo se te ocurre comer dulces sin almorzar algo apropiadamente? —regañó quitándole la paleta de fresa de la boca de un jalón. Antes de poder reclamar recibió un cuenco plástico con arroz, vegetales y un brillante huevo frito encima— Come —HongBin prestó atención a sus manos; ocupadas en tantos platillos que dudaba el estómago le alcanzara para todos. Había tantas bolsitas de golosinas...

Era tan contradictorio, siempre lo era.

Tomó el tenedor de plástico y comenzó a comer en silencio. Era más cómodo usar tenedor a que palillos, y más si comía sentado en el suelo con la mano trémula por su cercanía. Le abrió la lata de refresco y puso a su lado. Una silueta se reflejó en el suelo dándoles sombra. Un hombre con un pedazo de calamar frito en la boca se sentó sumando más bolsas de golosinas y brochetas de toda cosa imaginable al menú. Se presentó como el maestro de composición y lenguaje musical del último nivel comprendido por chicos de entre diez a trece años. Era muy platicador y le sacó unas cuantas risitas amenizándole la comida. TaekWoon se mantuvo ceñudo, mordisqueando una paleta de caramelo en silencio.

Falling Slowly (LeoBin, Neo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora