Capítulo 31: Centinela

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Falling Slowly

Capítulo 31: Centinela


—Te quiero —sonrió débil, acomodando el último ramo sobre la tumba fresca. Sentado pasó los dedos empantanados por el grabado de piedra genérico con su nombre. El cocinero, el empleado de la funeraria y el guardia junto a TaekWoon estaban de pie detrás. No eran sólo dos despidiendo al querido señor Hwang.

Los tres hombres habían acudido con arreglos florales para hacerles compañía, y juntos HongBin logró volver esa hora en un tributo, donde les habló de quién había sido Hwang YongWoo para que jamás fuese olvidado. Sus mañas, sus canciones favoritas, sus aventuras y lo contrario, todo entre flores, abrazos y lágrimas.

Comenzó a lloviznar esa mañana fría.

Sintió una calidez abrigarle. Subió la vista y topó con la chaqueta de TaekWoon arropándole hasta la cabeza.

Sonrió, un poco más iluminado, a pesar de las nubes cenicientas sobre sus cabezas.

—¿Quieres decirle algo? —estiró la mano hasta alcanzar la suya. Tibiecita como recordaba. TaekWoon se acercó y sentó a su lado sobre el césped húmedo.

—Tiene mi palabra, señor Hwang —prometió en un susurro.

—Vámonos, está arreciando y sigues con fiebre —dijo levantándose. HongBin asintió y volvió a mirar la tumba. Sonrió para sus adentros porque la lluvia mantendría frescas por más tiempo la sepultura colorida de flores que le arroparían.

—Ya es hora —palmeó el empleado los hombros de sus compañeros— Fue un honor, señor Hwang.

—Te quiero... —apretó la mano al césped.

Escuchó la respuesta en el silbar del viento.

La mano de TaekWoon se afianzó a la suya y escoltados de sus tres insólitos escuderos, salieron del cementerio.

••••••

Volvieron a casa.

Era sábado y el mediodía lánguido se izaba con pereza.

Cabizbajos compartían un consomé improvisado en la mesa coja. Tenía pedacitos de pollo y poca verdura. TaekWoon troceó el pan viejo sobre la mesa y le acercó una hogaza.

—¿Está buena? —preguntó revolviendo el caldo con la cucharilla. El chico mirando el líquido claro y amarillento asintió sin muchos ánimos.

El silencio era menos denso que antes, aunque igual de lamentable. Un silencio que no estaba tatuado en las paredes de ningún lugar, sino asentado en su interior hasta resignarse a que el tiempo lo hiciera más soportable.

Tenía que esforzarse.

—Lo siento... —murmuró. TaekWoon le miró extrañado. El hematoma en su mejilla hinchada era espantoso, tal cual el suyo, que comenzaba a desinflamar y ennegrecer— Anoche yo... lo siento...

Le apartó las manitas del cuenco y las refugió entre las suyas.

—No te vuelvas como tu padre —le pidió. El chico estremeció y cabizbajo asintió— Hay mejores formas que estas... Tu no eras así, ¿no recuerdas que cuándo te enojabas conmigo decías palabras raras y yo te decía su Majestad? Eso... ¿adónde se fue? Era... tan gracioso. Tan lindo —apretó sus manos, templándose con su calidez.

—P-Perdóname —insistió arrepentido— Era mentira, no quiero que... que te mueras. No quiero... —de un tirón al asiento TaekWoon atrajo su silla hasta chocar las patas contra las de la suya.

Falling Slowly (LeoBin, Neo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora