Capítulo 2: Cuaderno viejo

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Falling Slowly

Capítulo 2: Cuaderno viejo


—¿Nervioso? —preguntó una voz tras la línea. Se percibía la emoción, a la cual sólo asintió, aunque su primo no pudiera verle— ¿Oye, estás? —cuestionó al no recibir respuesta vocalizada alguna.

—¡Oh, oh! Sí, si lo estoy —respondió con el teléfono entre el hombro y la mejilla en lo que buscaba una chaqueta. A pesar de la estoica aceptación inicial de su padre, al llegar a casa se enfrentó ante mayores reclamos y exigencias, usando de punto débil lo que él definía como: "esos sueños tontos de hacer el ridículo en la televisión". Pero, no se dejaría amilanar por eso. Empezó a estudiar con antelación para los exámenes y adelantó la cantidad posible de deberes para enfocarse en lo que realmente le importaba.

Y hoy era ese día importante.

—¿Aún no conoces a tu profesor? —preguntó SangHyuk. HongBin alcanzó del librero un viejo cuaderno, en donde escribió rudimentarias canciones, ilusionado de enseñárselas a su profesor. Su mano temblaba de sólo la expectativa de mostrarle aquello tan personal e íntimo a un desconocido. Ni su primo o JaeHwan sabían que intentaba componer. Era consciente de que ellos también veían todo como un capricho del cual se desharía al aburrirse. Aunque la inseguridad carcomía el interior de esa coraza sonriente, no podía desaprovechar su primer día.

—No, JaeHwan ha querido que sea una sorpresa. He estado toda esta semana intentándole sacar información, pero sólo me dijo que no sería un profesor viejo y aburrido como los del colegio —dijo escuchando una risa inundar la línea—Confío en JaeHwan hyung, pero no evito estar preocupado...

—Tranquilo, le van a pagar para que te enseñe, ¡Tú serás quien mande! —aseguró alegremente.

Un golpe suave a la puerta le hizo colgar la llamada tras un apresurado despido a su primo en Londres.

—¡Adelante! —escondió la libreta debajo un par de cuadernos entre sus brazos. Una criada asomó tras la brecha de la blanca puerta.

Su misterioso profesor había llegado.

Primero, su padre hablaría con él antes de irse a una reunión sabatina de trabajo.

Apresurado calzó las zapatillas y bajó a zancadas las escaleras hasta cruzar al salón principal.

Ahí le vio.

Una sombra de espaldas, ancha y larga como una torre, que se imponía delante la puerta que ya no parecía tan alta. Con un estuche negro de guitarra a un hombro y una mochila de cuero oscuro al otro, el hombre miraba de reojo una pintura que decoraba el lujoso vestíbulo. La ama de llaves le parloteaba animadamente, aunque parecía ignorar a la alegre viejecilla que le llegaba a las costillas.

—Oh, ¡Joven Lee! ¿Vino a recibir a su profesor? —saludó mimosa haciendo avergonzar al chico, al cual cambió de pañales más ocasiones de las que hizo su madre— Esperamos a que el señor Lee se desocupe con una llamada para que le dé al Joven Jung las indicaciones necesarias —explicó con una sonrisa. El pálido visitante frunció el ceño dudoso y llevó su mirada escurridiza en él.

Conectó por segundos sus ojos negros y afilados con esos grandes y curiosos como los de un cachorro inquieto.

El cuerpo de HongBin estremeció, sintiendo un vacío abismal dentro su estómago.

Le detalló de pies a cabeza: vestía absolutamente de negro. Parecía una estatua de ébano donde sólo asomaba el mármol del cuello y rostro, que cubierto por sus cabellos le daba un aspecto inquietante.

Falling Slowly (LeoBin, Neo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora