Codicia I

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Se había acabado, esta vez la había liado a lo grande. Su padre se lo había advertido pero él había sido lo suficientemente arrogante como para creer que podría controlar al grupo de cambiaformas rebeldes para echarlos de su territorio el solo.

Ahora estaba ahí, tendido en el bosque en su forma de león, intentando recuperarse de las severas heridas que había sufrido, la pérdida de sangre lo tenía sumamente mareado y creía que podría desmayarse en cualquier momento. Si eso sucedía, temía no poder volver a despertar puesto que no estaba seguro de que alguien de su clan pudiera llegar a tiempo para ayudarlo... en realidad se había acabado para él.

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La siguiente vez que abrió los ojos se sorprendió, había creído que moriría, sin embargo, había despertado y, de hecho, ahora se sentía un poco mejor.

-No te muevas- 

Sus defensas se levantaron automáticamente en cuanto escuchó esa voz, sin embargo, no tardó en encontrar a su dueño y no pudo evitar sorprenderse, se trataba de un joven, apenas un poco menor que él mismo, sin embargo, eso no era ni de lejos lo más impactante sino lo hermoso que era el jovencito vestido de blanco, se veía tan inocente y puro, además... era un jaguar.

-¿Te sientes mejor?- preguntó el jovencito, la preocupación reflejándose en su tierno rostro -¿duele mucho? te curé lo mejor que pude, pero tus heridas son muy serias, temo que tardarán un poco más en sanar-

Lo escuchó, si, pero no pudo comprender mucho de lo dicho pues su cerebro se había quedado atorado en la parte de que el jovencito era un jaguar, es decir, él era un enorme león de más de 300 kg ¿es que acaso no le temía? más que eso, se supone que ellos eran enemigos y, de hecho, actualmente se encontraba en el territorio de los jaguares ¿porqué no había ya centinelas jaguar buscando asesinarlo por su osadía?

-No te preocupes, estás a salvo- como si leyera su pensamiento, el jovencito pronunció esas palabras agregando una hermosa y suave sonrisa -no he avisado a nadie de que estás aquí-

Ah, con que eso era... un momento ¿acaso ese jovencito era idiota? no debía de acercarse a un león desconocido solo ¿acaso no tenía sentido de autopreservación? cualquiera que no fuera él pudo haberlo lastimado seriamente. Y ese solo pensamiento hizo que se estremeciera, ese jovencito tenía suerte, o más bien, él era el afortunado de que alguien tan amable lo hubiera ayudado justo cuando se encontraba a las puertas de la muerte.

-Dado lo herido que estás no debes de cambiar hasta que tus heridas sanen un poco más- prosiguió el jovencito, consciente de que el gran león no podría contestarle en su forma actual, pero nada desanimado por ello.

Así, a Song Lan no le quedó de otra que esperar a que sus heridas sanaran antes de poder siquiera pensar en moverse o en cambiar de forma para huir o advertirle al jovencito sobre hablar con desconocidos.

-Por cierto, mi nombre es Xiao XingCheng, mucho gusto- fue entonces capaz de contemplar la más hermosa sonrisa de la creación... si, debía darse prisa en sanar antes de empezar a anhelar algo que no podía ser suyo, no, quizás, ya era demasiado tarde.

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Y, de hecho, así había sido. Desde ese día no había dejado de pensar en ese adorable y amable chico que se había arriesgado tanto para salvar a un extraño. Afortunadamente su cuerpo no había tardado en sanar y había podido llegar a su territorio antes de que alguien lo encontrara y pudiera causarle problemas al pequeño Xiao XingChen.

Había pensado entonces que era una lástima el que sus caminos estuvieran destinados a ir por separado. Sin embargo, dados los conflictos entre sus clanes, sus caminos volvieron a cruzarse y esta vez aprovechó la oportunidad para interceder por el clan de su compañero ofreciendo una alianza por matrimonio. 

Take me homeWhere stories live. Discover now