71. Más que solo amigos

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Narra Tom

-Aquí tiene, señor Holland. Dos cafés americanos con leche, que tenga buen día- dijo el chico de la cafetería del hospital.

-Muchas gracias, hasta luego.

Tomé los cafés, un poco de azúcar y regresé al cuarto con Jean. Sabia que debía tenerla bien vigilada, conocía demasiado bien a mi chica y ella no entendía la palabra ¨reposo¨, ya que hacía todo lo contrario. En vez de descansar y dejar que los demás la ayuden ella se empeñaba a ser las cosas por su cuenta, como la mujer fuerte e independiente que es.

Llegué al cuarto y lo que temía pasó, Jean no estaba descansando en la cama. Dejé los cafés en la mesa de un lado y en el baño podía escuchar la melodiosa voz de mi amada acompañada con el ruido de la regadera.

Abrí la puerta del baño y entonces la encontré, cantando ¨Halo¨ a todo pulmón mientras se pasaba las manos por su precioso cabello. Tenía los ojos cerrados y estaba tan concentrada en su canto que la verdad no quise molestar. Me senté en la tasa del baño y la observé con una enorme sonrisa, estaba completamente enbobado con ella, siempre lo he estado.

Miraba como su nariz se arrugaba cada vez que el agua caía en su rostro y como recorría su cuerpo desnudo, estaba sin aliento, ella se veía tan perfecta. Por tanto que lo intentaba, no podía dejar de verla. Todavía era irreal saber que alguien tan perfecta como ella era mía.

-Sabes que es raro ver a alguien mientras se baña, ¿verdad?- dijo ella al darse cuenta de mi presencia.

-Si, pero no es algo que no haya visto antes.

Jean frunció el ceño tras mi comentario tan explicito y me mostró el dedo de en medio sin resentimiento alguno, haciendo que soltara una fuerte carcajada. Apagó el agua de la regadera y se apoyo del marco de la pared para poder sostenerse. Todavía estaba demasiado débil por la perdida de sangre.

-Te dije que me esperaras para que yo pudiera ayudarte- le repetí por cuarta vez mientras me acercaba a ayudarla.

- Y yo te dije que no era necesario. Tom, es solo un baño. No necesito estar como una niña de cinco años y que alguien lo haga por mí.

-Lo se cariño, pero yo solo quiero que estés bien.

-Y lo estoy. Todo esta perfectamente. ¿Pero qué te pareces si me ayudas a secarme?- propuso con un tono travieso.

La miré por unos segundos y en sus ojos podía adivinar lo que tenía en mente. Tomé la toalla que estaba colgada en uno de los extremos del baño y regresé a mi asiento, ella se acercó a mí y la observé de arriba a abajo, era tan hermosa.

Con la toalla sequé cada milímetro de su cuerpo, desde las piernas hasta el cuello, sin poder despegar mi mirada sobre ella. Mientras tanto ella acariciaba mi cabello con sus delgados dedos, amaba cuando hacía eso, y ahora aun más.

-Muy bien bella dama, ya esta lista.

-Muchas gracias apuesto caballero.

Dejé la toalla a un lado y con un movimiento rápido ella se sentó en mi regazo, tomándome completamente por sorpresa. Pasó sus manos por mi pecho, acariciando con la yema de los dedos la tela de mi camiseta, justo para después tomarla del borde y deshacerse de ella.

Nos fundimos en un apasionado beso y las llamas de mi pecho se encendieron al instante. Ella era mía, toda mía para siempre. Subí mis manos hasta llegar a sus pechos y los masajeé con delicadeza. No recordaba lo bien que se sentía experimentar la adrenalina del momento, lo había extrañado tanto. Al igual que estar con ella.

Más que solo amigos [EDITANDO]Where stories live. Discover now