Parte II Capítulo 28

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Por muchos, muchos días, cada uno que vivió solo y confrontando sus problemas, hubo pedido la oportunidad de volver a verla. Ahora que lo hacía, conforme ella —luego de haber sido avisada que le esperaban— se colocaba la chaquetilla de su elegante traje sastre e iba a su lado, la emoción de que por siempre se quedaría con él, en su corazón con cada latido crecía. Sí; su esposa ya la había hecho. También su mujer. Fémina que a sus diecisiete años destilaba hermosura y atraía, en su trayecto hacia su persona, las miradas masculinas.

Claro. Recientemente había dado un increíble performance; y debido a la manera de haberse movido en el escenario... más de uno que la hubo reconocido se dispusieron a interceptarla. Él también lo hubiera hecho, sin embargo... sonrió al ver que ella ya había emprendido la carrera para llegar a abrazarle, besarle y preguntarle animosamente:

— ¿Qué te pareció mi participación?

La seriedad que Terry proyectaba al final de su cuestión, la hicieron responder con temeridad...

— ¿No t...te gustó?

De su contristado rostro, él se burlaba; consiguiéndose con ello...

— ¿Sí o... no? — ella repreguntó viendo primero un reproche; consiguientemente lo escuchaba

— Sí, pero... — mirándolas, Terry puso sus manos en las caderas femeninas, de las cuales diría: — No me gustó que las hubieras movido para muchos.

— ¿Por qué?

— Porque... — Terry lo hubo dicho en dirección a la boca femenina. Una que tomaría, haciéndola quejarse al sentir uno de sus labios presionado filosamente por los dientes de él quien cuestionaba: — ¿Nos vamos?

Sintiendo su ausencia y también dolor que hizo se tocara el área levemente lastimada, Candy asintió positivamente; siendo su mano atrapada por la masculina, y su cuerpo obedeciendo la dirección por la que la llevaban. No obstante...

La gente que seguía conglomerada y lo solitario por donde caminaban plus la oscuridad, fue suficiente para inspirar y jugar eróticamente entre los dos y contra una pared, no habiendo forma de decir "no"; primero por una alterada excitación y segundo... la adrenalina de la expectación de ser sorprendidos en lo que sería su segundo acto de amor.

Para el tercero, el cuarto y el quinto aguardarían algunos días. Candy efectivamente no pensaba embarazarse tan rápido. Así que... entre la ayuda de ambos prolongarían ese paternal momento; y es que...

Cometida su travesura a la nocturnal intemperie el nuevo matrimonio se dirigió a la suite para asearse una vez más, vestirse, tomar sus cosas y abandonar el hotel para dirigirse a la estación de trenes.

El que los transportaría los dejaría en el estado vecino para presenciar aquel frustrado evento motocross donde él, por causas que conocemos, no participó. Más sí disfrutó a lado de ella que se sentía emocionada, pero a la vez enojada de que ese ganador que cruzaba la meta hubiera sido él quien había confesado haberse preparado para ello.

— Pero pudieras participar en el siguiente, ¿cierto?

— Sí, pero... —, parados a metros de las gradas, Terry abrazó a Candy diciéndole: — prefiero pasar un buen tiempo contigo — escalando montañas, ejecutando saltos extremos, visitando ferias y comiendo lo que se les antojara conforme viajaban.

— ¿Y después?

— Iremos a casa...

... una a la que arribarían justamente cuatro semanas después, sintiendo la rubia un extraño retortijón en el estómago en el momento de pisar el suelo de aquel poblado dejado dos años atrás.

FallingWhere stories live. Discover now