Parte I Capítulo 13

222 43 12
                                    

Sabiendo que Terry hacía referencia a los besos, Candy lo tomó de la mano y lo jaló para que la llevara adonde sus amigos. Sin embargo, ésos, luego de que la pareja hubo avanzado un buen tramo sobre la banqueta, sosteniendo sus manos y en completo silencio, lo saludaban a él que se detuvo para preguntarles:

– ¿Adónde van? – al verlos pasar a toda prisa.

– ¡A "La isla"! – dijo uno; y otro...

– ¡Nos han dicho que han llegado buenos retadores!

– Lo que indica que se pondrá bueno, Terry. ¡Ven con nosotros!

– ¿La isla? – cuestionó Candy, quien hubo sido espectadora de un golpe en el hombro que se le diera a su novio que...

– Es...

– También mencionaron "retadores". ¿Por qué? – la rubia lo veía; y luego se giraba a los que se perdían por la avenida.

Para evadirla, Terry la invitaba: – ¿Te gustaría ir al cine?

– ¿Hay uno en el pueblo?

– Tendríamos que ir al del condado.

– No sé – dijo ella ya que: – ¿por qué mejor no vamos con ellos?

– Porque en lo personal no me gusta ese lugar. Además...

– ¿Qué?

– Para llegar, hay que remar.

– ¿Y no sabes? – la sonrisa en Candy hacía juego con su burlona sentencia.

– No es eso – dijo Terry sin haberse molestado y girado su cabeza hacia equis dirección.

– ¿Entonces?

Él diría para ver si se convencía:

– Hay un solo ferry que sale en unos minutos. Son treinta de traslado por un lago; y para regresar, si no llevas bote, el mismo ferry te trae de vuelta hasta que terminan las peleas y...

– ¡¿Peleas?! – los ojos de la rubia brillaron de la emoción.

– Normalmente son veinte las que se presencian; siendo las dos o tres de la mañana que aquellos estarían de vuelta en el pueblo

– ¿Tan tarde? – un dejo de desilusión se notó en la carita de la chica.

– Es que ninguna de ellas es para nada aburrida, sobretodo cuando vienen profesionales.

– ¿Será que hoy se cuente con esas visitas?

– Lo ignoro – hubo dicho el chico habiendo levantado simultáneamente un hombro. No obstante, la boca que se torcía debido a la invitación que deseaba escuchar y no llegaba, se unió a la liberación de manos.

Suelta la suya, Terry, metió las dos en los bolsillos de su pantalón e indagaría:

– ¿Qué pasa?

– Además del cine, ¿dónde más tienes pensado invitarme?

– En sí, un plan no tenía

– Entonces ¿no te importa que lo haga yo ahora?

– ¿Y consistiría...?

– En ir con ellos para ver esas peleas también.

– Pero...

– Tú puedes quedarte si lo deseas. Yo... ¡sí iré! – Candy hubo exclamado su afirmación en el momento que iniciaba una nueva carrera para ir detrás de aquellos y unirse a su viaje y aventura.

FallingWhere stories live. Discover now