Parte II Capítulo 22

182 45 14
                                    

A pesar de que Al y Candy hubieron atendido su llamado y escuchado sus palabras de consternación para con la rubia, nuestro amigo Tony no aguantó que la invitación a irse sólo hubiera sido para él: para Terry quien se había acercado calmadamente. Entonces y porque la atención de alguien quería...

Viéndolos partir en el mismo taxi, el circense aguardó por otro. Ubicarlo le resultaría fácil ya que se conocía el transporte en el que viajaba "el rival", así que al lote-estacionamiento se dirigió, dedicándose primero a observarlo todo. Después y debido a la solitaria área, ideó su revancha. Con ella en mente, hacia su gente el payaso fue; y de la más leal reunió para decirles lo que debían hacer.

Sin cuestionar los motivos que lo empujaran a cometer una fechoría, un grupo de seis partieron hacia el lugar indicado. Expertos en armar y desarmar carpas en un dos por tres, el quitar o abrir una puerta no fue tan complicado, hallando en el interior lo que hay regularmente en dos habitaciones; pero lo que había en la tercera...

Por medio de teléfonos celulares se informó, siendo la nueva orden...

– Sáquenlas y échenlas al mar.

Hecho así y dejándolo todo como los amigos fueron a hallar, los maleantes regresaron a su lugar de trabajo y actuar como si nada.

A quien pusieron de malas, tomando un celular, saltó hacia las blancas arenas, diciendo conforme marcaba un numero:

– Te lo advertí, payaso de mierda. Ahora... atente a las consecuencias.

En su trayecto un par de ojos lo miraban. Los dueños de otros, solidarios, comenzaron a poner cierto orden en el camper. No obstante...

– Deberíamos dejarlo así.

A la sugerencia se preguntaba: – ¿por qué?

– Porque me imagino que Terry... – se señaló a cierta distancia que ya iba – estará reportando el atraco a la policía

A Candy, quien lo hubo dicho, se acercó Susana, y al mirarlo, ella también saltó para ir detrás de su amigo el cual decía:

– Sí, lo tengo justo frente de mí – la carpa instalada en el muelle.

– Bien. No hagas nada – se le recomendó por el otro lado de la línea.

– ¿Ni reportarlo?

– Sería alertarlo.

– Entiendo. Entonces ni me le presento.

– No, para que crea que no tienes idea de quién lo ha hecho.

– Enterado.

Dicho así, en alguna parte en gran movimiento se pusieron. Terry cortó la comunicación y se giró para volver en sus pasos, divisando de frente ahora a su amiga interesada en saber:

– ¿Qué pasa?

– Nada. Volvamos allá – adonde ya iban.

– ¿Lo has reportado?

– No.

– ¿Por qué no?

– Porque... se me ha aconsejado no hacerlo.

– ¿Pero y mi moto? – ella sí se sentía y veía afectada; y por ende...

– Prometí ganarte una, ¿no?

¿Cómo o con qué? hubiera sido la siguiente cuestión formulada; no obstante, la tranquilidad que Susana notaba en su amigo la contrarió y la hizo cuestionar:

FallingWhere stories live. Discover now