Parte II Capítulo 20

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El drama más divertido y jamás antes presenciado, redundantemente se presenció en el pabellón femenil de ese hospital visitado. Aunque un poco de sonrisas a las pacientes no les cayó nada mal a pesar de que el cuerpo de enfermería pedía serenidad y respeto al lugar.

Prometiendo comportarse, Jem se volteó a su amiga que le decía:

– Sólo porque estás así... – acostada y en la cama... – pero... – cruzadas, tres cachetadas dadas al aire iban acompañadas cada una de... – ¡te odio! ¡te odio! ¡te odio!

– ¿Por qué? – el rostro de Candy no cesaba de sonreír.

– ¡¿Y todavía lo preguntas?! – una pose en jarras hubo sido fugazmente... posada. Después... – Primero... – el dedo índice derecho cayó en el dedo índice izquierdo – ¡el susto que me pegaste cuando se me dijo lo que te había pasado! – el tono a consternado pasó al preguntársele: – ¿Estás bien, dear?

– Lo estoy, Jem. Gracias – la rubia estiró su mano al amigo que la tomó y se la llevó a la boca para besársela.

– Segundo... – se acordaron de la reclamación y retomaron la fingida indignación – ¡¿no pudiste hacerme esto en otra ocasión?!

– Lo lamento, yo...

– ¡No tendré tiempo para enseñarle a otra y ésta ocupe tu lugar en el número que presentaremos en el festival del malecón!

– Esperemos a los resultados. Nada está dicho todavía

– ¡Sí, cómo no! – el extraño muchachito hubo sonado irónico. – Conociendo a tu padre ¡mínimo! no querrá que te muevas por un año ni que te quites ese... – despectivo señalaba: – collar de tu cuello que se te ve ¡ho-rri-ble!

– No exageres, Jem –, el cual volvía a su cuenta:

– ¡Y tercero! Entiendo que omitieras el decirme su nombre, pero... ¡¿que olvidaras contarme lo guapo qué es?!

– ¿Lo viste? – Candy se sonrojó e inconsciente y ligeramente se mordió un labio.

– Tomó el taxi en el que llegué. ¡Claro! Yo lo ignoraba. Lo supe hasta que lo averigüé. ¿Ya hablaste con él?

– No hubo oportunidad.

– Y ahora que lo has vuelto a ver... ¿se la darás?

– No lo sé. Quizá él... ya tenga a su lado a alguien más.

– ¿Quieres que lo investigue?

– ¿Y cómo lo harías?

– Cuando llegan turistas no es difícil dar con ellos, y con él menos que arribó haciendo gran revuelo. Mira que lastimarte el muy bruto a ti que eres tan delicada, aunque no más que yo por supuesto – persona que hubo ido a sentarse a lado de la paciente para acariciarle la parte del rostro que estaba cubierta por un parche. – Pero no te preocupes, querida. Con cremas y más cremas conseguiré que no te quede cicatriz que te haga lucir fea.

Quien sí lo era llegó a decir:

– Se hará cambio de turnos laborales y es necesario que las visitas salgan –. Era la guardia de seguridad que habitación por habitación pasaba a dar el aviso.

Con ese, Jem hizo un gesto de desaprobación, no obstante...

– Si no pudiera venir mañana, te visito en tu casa.

– Allá estaré temprano, ya que supuestamente sólo me harán estudios y me dejarán ir.

– Bueno y si no... no, ni para ofrecerme. Por ser "hombre" no me permitirán quedarme aquí contigo.

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