Parte II Capítulo 27

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Cuando se tiene entre diecisiete y dieciocho años de edad y una larga vida de casados, ¿cómo sería lo ideal empezar a disfrutarlo todo con tu pareja? Bueno, los recientemente matrimoniados en el momento de quedarse completamente solos lo comenzarían a averiguar. Sólo era cuestión de continuar siendo pacientes y dejar que los brazos de un padre –consiguientemente de haberse unido a la mesa– liberaran de su engrilletado amarre a una hija que también aferrada a él, con lágrimas en los ojos, le decía constantemente lo mucho que se iba a extrañar su presencia.

Mientras tanto, los padres de Terry miraban a éste. Percatadas por el joven, él se dispuso a mirarlos y sonreírles para indicarles que todo estaba bien con su persona. Una que a los brazos de una madre fue invitada a ir para decírsele en secreto:

— Si llegaras a tener problemas económicos no dudes en comunicarte con nosotros.

— No, espero que no.

— De todos modos — Eleanor tomó del rostro a su cachorro para verle directamente a los ojos y demandarle: — hazlo.

— Está bien — dijo Terry correspondiendo al beso que en su mejilla izquierda fue dejado.

Finalizada la acción, volvieron a abrazar al recién casado para declararle:

— Te quiero. Te queremos; y trata de ser feliz.

— Lo haré, madre; que no te quepa la menor duda.

— Bien — contestó Eleanor para proceder a liberar a su hijo y llamar a: — ¿Señor Al?

Consiguiendo finalmente ser separado de su hija, el rubio contestaba:

— Sí, señora

— Lo sentimos — se extendió frente a un rostro ligeramente molesto. Sin embargo, era necesario informarlo: — Mi esposo y yo debemos volver a casa. El avión sale dentro de poco y...

— Sí, claro. Entiendo — respondió Al volviendo sus ojos a Candy quien diría:

— Creo que también nosotros tenemos que irnos —, ya que la cara de su esposo asimismo lo indicaba.

— Los llevaré — sugirió el guapo hombre tomando la mano de la rubia. No obstante...

— No será necesario — contestó Richard siendo espectador de ese nuevo aferramiento. — Desde nuestra llegada solicitamos ser llevados y ya estarán esperando por nosotros.

— Siendo así...

Al, con el propósito de ser ese su último abrazo, sí, abrazó una vez a Candy quien vio a Terry mirar a su amiga la cual muda —y extendida así una queja— seguía entre ellos. Pero que en el momento de que la pareja retomara un camino hacia su suite para ir por sus pertenencias, la rubia mecánica desaparecería si era preciso hasta de sus vidas ya que al toparse con los ojos de la rubia casada éstos habían proyectado lo que su amigo no tenía mucho les había compartido: celos que sería la última en provocar. Así que...

Todavía en su reservado, de pie y habiendo sido percatados por algunos huéspedes del lugar, sería Terry el que tomara la palabra:

— Que tengan un buen regreso — les deseó a sus padres; y a Al: — Gracias por todo —, aprovechándose también de que ya la había soltado y a ella fue para hacerse de su mano y llevarse consigo a su esposa la cual sólo pudo decir adiós manualmente.

Por supuesto, de su arrebatada acción sólo tres sonrieron. Y al que hubieron dejado solo...

— Bueno, yo también me despido — el padre abandonado se giró al trío. — Iré a cubrir lo que hubo sido mi invitación a cenar y...

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