Parte II Capítulo 26

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Habiendo caminado con su esposa hasta el pie de la cama, Terry, parado frente a ella, la miraba tiernamente sonriente. Gesto que le provocaba el rostro de Candy quien, sin tener el valor de mirarlo a la cara, la suya la había direccionado al suelo, lugar que tampoco tenía el privilegio de tener sus claros ojos ya que éstos yacían cerrados y un labio era mordido nerviosamente.

La mano que él sostenía empezaba a sudar. Y para dejarla respirar, la liberaron para sentir la joven, en cuestión de segundos, las cálidas palmas masculinas, una: posándose en el fino mentón para hacerle levantar la cabeza, y la otra acariciándole sus húmedos cabellos. En un trayecto, la toalla que hubo estado sujetándolos había caído metros atrás. Y de las humanidades que estaban a centímetros, de una se oiría:

— ¿Estás nerviosa?

— Mucho — dijo ella habiendo asentido con la cabeza para reafirmarlo. Sin embargo, prometía: — pero ahora se me pasará.

Dicho eso y al mismo tiempo, Candy fue abriendo los párpados y le sonreía. Él seguía haciéndolo; y para darle confianza le confesaba:

— Te amo, Candy. Y si lo que necesitas es tiempo...

— No. Sólo requiero...

Un ejercicio de profunda inhalación y exhalación la rubia realizó. Consiguientemente de soplar aseveraba:

— Listo —, y sonreía ampliamente.

Sus frías manos las subió adonde unas jaretas. Esas las liberaría poco a poco para verlo segundos después por primera vez en su completa naturaleza.

La de ella ya tenían idean de cómo era. No obstante, Terry imitaría la acción de su próxima mujer, la cual después de haberlo recorrido de abajo hacia arriba finalmente se topaba con sus enigmáticos ojos. Unos que brillaban debido a la delicia que tenía en frente y que, sin el temor de romper una promesa, tomaría. Sí, sí lo haría; y Candy de nuevo cerró los ojos al percatarse de su aproximación. Pero al sentir lo terso de sus manos al tocarle la piel cuando fueron a posarse de su curveada y breve cintura, la rubia emitió un ligero gemido provocado por cierta electricidad que hubo sentido a su contacto. El de su boca sobre la suya ahogaría otro. Sin embargo, al sentirse atraída y sentirlo en cierta parte de su cuerpo, dejó escapar uno más y un poquito más audible acompañándolo poniendo sus manos en los antebrazos masculinos, pero eso sí correspondiendo debidamente al beso tierno y excitante a la vez.

Esa acompasada contribución era suficiente para dar el siguiente paso. Y al ejecutarse, Candy levemente movió su ser. Ese seguía una indicación: el de sentarse primero en el borde de la cama.

Ya estando ahí y así, ella queriendo y no abrir los ojos, y despegarse o continuar disfrutando de sus labios, sólo sintió ser llevada en un suave viaje. Empero en el momento que su espalda alcanzó reposar en las elegantes colchas de su lecho nupcial, la rubia abrió los párpados debido a que Terry dejó de besarla.

Al hacerlo, una vez más sus miradas volvieron a encontrarse. Sus rostros a iluminarse con sus sonrisas que se tornarían en risas al juguetonamente abrazarse un cuerpo y rodar dos, en una vuelta y media, sobre el colchón, cambiando así una posición y no sabiendo Candy qué hacer al yacer encima de él. Plus, su cabeza había quedado más arriba de la de Terry el cual no lo pensaría dos veces para atrapar lo que había quedado justo frente a su boca.

A su contacto, ella intentó meter la mano y alejarlo porque le hubo aparecido una incomodidad; pero entre más y más la acariciaban y de la manera tan sutil en que lo hacían, ella lo dejó para disfrutar de la increíble sensación de una succión, iniciando con eso un leve vaivén su femenino cuerpo en el masculino, y gestos de placer en su rostro comenzaban a dibujarse.

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