Parte I Capítulo 11

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La llamada, informándosele de lo sucedido con su hija, Al la había recibido estando a cuatro horas de distancia del lugar. Debido a la reunión de su jefe que requería de su cuerpo de seguridad para hacer ese viaje, y él, Al –siendo parte de ello– no podía negarse. Sin embargo, la angustia de saberla en peligro se apoderó de su persona que animada se acercó al que pagaba para pedirle el permiso de retirarse.

A pesar de haber sido explicada la razón y entendida la situación, la petición sí fue concedida pero acompañada de la condición de que no volviera al trabajo.

Importándole más su hija que cualquier otra cosa, con lo que tenía en los bolsillos, Al buscó el medio para regresar al pueblo.

Allá, o mejor dicho en su casa, el padre se sorprendió de no hallarla en el interior de la vivienda. Tampoco en el garaje donde una bicicleta se divisó. Pensando en la vecina, Al se encaminó a la casa de la directora Poni. Ésta, por supuesto, le dio la mala noticia de no haberla visto inclusive ni en el colegio ya que se había excusado mucho trabajo en una oficina.

Agradecido el hecho de su atención e información, el guapo rubio salió de aquella casa. Ahora, parado en la acera miraría hacia el sur, luego al norte. Y en esa dirección, se cuestionaría internamente ¿dónde pudiera estar su hija?

Con "el novio" lo dudaba además de llevar días de "rompimiento". Con amigos, el hombre se contristó mayúsculamente al saber de sobra que nunca se conservaban. Entonces y como no podía quedarse sin hacer nada, el hombre inició una caminata. Ésta le llevaría hasta el centro del town; y en la calle que acababa de atravesar...

– ¡Al! – lo llamó una guapa mujer desde el interior de su auto que se detuvo al verlo. Girándose al reconocer a la dueña de la voz, el hombre oiría: – Dichosos los ojos.

– Hola, Karen – quien observaría:

– ¿Pasa algo?

Al aprovecharía la cuestión para extender otra:

– ¿De casualidad no has visto a mi hija?

– ¿A Candy?

Era obvio que:

– Sí.

– No, lo lamento –. Y porque lo vieron resoplar, se ofrecían: – ¿Quieres que te ayude a buscarla?

– El problema es que no sé adónde. La directora Poni es lo más conocido que tenemos y...

– Gracias – Karen se sintió por no haber sido considerada; entonces...

– No, no, por favor, no lo tomes a mal...

– Está bien – ella sonrió, invitándolo: – Ahora sube.

Al aceptó la invitación; y en un interior se informaría:

– Los chicos de aquí gustan mucho del juego de pelota. Quizá allá haya ido tu hija; y si no le preguntamos a mi sobrino – el cual...

. . .

Listo estaba para batear cuando el achichincle de Niel llegó para hacer entrega de un mensaje. La distancia entre el jugador y una valla alámbrica era mucha. Entonces para aguardar por él, el mensajero se quedó parado; y burlón o no aplaudiría el hit colocado.

Con su home-run, al estar yendo en busca de las bases, Terry volteó a ver al visitante; y por ser considerado un maleante, integrante de la banda de su enemigo, Grandchester frunció el ceño y siguió en su carrera. Finalizada ésta y de camino a la banca que estaba más cerca, el informador lo seguía para dar su encargo. Pero antes de...

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