Capítulo 35: El ataque a Katie Bell

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Durante los días posteriores, Alice apenas intercambió unas pocas palabras con Theodore, aunque el chico parecía más feliz que de costumbre. La bruja llegó incluso a preguntarse, no sin dolor, si habría encontrado a otra persona, aunque nada indicaba a que así fuese.

Daphne y Alice se habían hecho casi inseparables. Era la primera vez que la segunda tenía una amiga tan cercana, y lo disfrutaba enormemente hablando sobre temas de los que no podía hablar con los chicos o con su hermano. La presencia de Daphne había ayudado a Alice más de lo que ella habría imaginado.

Sin embargo, la tranquilidad de las dos brujas se vio perturbada durante una salida a Hogsmeade. El día había sido tranquilo, y ambas amigas regresaban al castillo cuando un grito les llamó la atención. Ambas se giraron a tiempo para ver cómo una alumna con el uniforme de Griffindor se elevaba por los aires.

—Es Katie Bell —dijo Daphne—. ¿Está...?

La Gryffindor tenía los ojos cerrados y rostro inexpresivo.

—Esto no puede ser consecuencia de un hechizo —susurró Alice, sorprendida al ver lo que ocurría con la alumna.

Katie comenzó entonces a chillar de manera aterradora. Inmediatamente, su amiga y Harry, Ron y Hermione, que estaban cerca, se acercaron y la cogieron de las piernas hasta lograr hacerla caer al suelo.

—¡Vamos! —dijo Alice.

Ambas Slytherin corrieron hacia el círculo que se había formado alrededor de Katie Bell, mientras Harry se marchaba corriendo en busca de ayuda.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntaron, mirando con cierta preocupación a la chica que estaba tendida en el suelo.

—No lo sé —reconoció la otra chica de Griffindor que parecía ser su amiga—. Llevaba un paquete, y cuando se ha abierto, ha ocurrido esto.

Antes de que Alice pudiese ver el paquete, Harry llegó con Hagrid, al que le contaron la misma historia. Cuando miraron en dirección al misterioso paquete que Katie Bell había recibido y Ron se acercó, Harry le detuvo.

—¡Ni se te ocurra tocarlo! —le advirtió, y se agachó a su vez junto al paquete: un ornamentado collar de ópalos asomaba por el envoltorio—. Lo he visto antes —comentó—. Fue expuesto en Borgin y Burkes hace mucho tiempo y la etiqueta ponía que estaba maldito. Katie debe de haberlo tocado. —Miró a Leanne, que había empezado a temblar—. ¿Cómo llegó a manos de Katie?

Mientras su amiga relataba la historia y admitía desconocer el origen del paquete, el nombre de la tienda se repetía en la cabeza de Alice. Borgin y Burkes era una tienda a la que acudían seguidores de las artes oscuras. Si todo aquello lo había provocado algún alumno de Hogwarts, era probable que aquel collar tuviese relación con su casa. Esperaba que nadie de Slytherin tuviese relación con aquello.

—Será mejor que vayamos a Hogwarts —propuso Hermione sin dejar de abrazar a la amiga de Katie—. Así sabremos cómo se encuentra Katie. Vamos...

Harry empleó una bufanda para recoger el collar del suelo, con el objetivo de enseñárselo a la señora Pomfrey.

Después, todos emprendieron de nuevo el camino de vuelta al castillo. Nadie quería hablar demasiado después de los acontecimientos vividos, y la preocupación por el estado de Katie era palpable en el ambiente.

De pronto, Harry pareció tener una idea, y se volvió hacia Ron para contársela. Por suerte. Alice estaba lo suficientemente para oírlo con claridad.

—Malfoy sabe que existe este collar. Estaba en una vitrina de Borgin y Burkes hace cuatro años; vi cómo lo examinaba mientras me escondía de él y de su padre. ¡Seguramente era lo que quería comprar el día que lo seguimos! ¡Se acordó del collar y fue a buscarlo! 

—No sé, Harry... —repuso Ron, poco convencido—. A Borgin y Burkes va mucha gente... ¿Y no dice esa chica que Katie lo encontró en el lavabo de señoras?   

—Dice que volvió con él del lavabo, pero eso no significa necesariamente que lo encontrara allí.     

—No deberías acusar a Draco sin tener pruebas —no pudo evitar soltar Alice—. Es cierto que ha estado en Borgin y Burkes, pero eso no significa nada.

Harry se volvió hacia ella. Había confiado en la bruja durante el curso anterior, pues le había ayudado con el ED, pero siempre había tenido claro quién era su familia. Además, era innegable que había cambiado desde la muerte de Sirius.

—Alice, comprendo que sea tu primo, pero... creo que tiene relación con el Señor Tenebroso, y...

—¡Cállate, Potter! Estás acusando a una persona de ser mortífago sin tener ninguna clase de prueba.

Dio media vuelta y se dirigió hacia su sala común, seguida de cerca por Daphne, quien no comprendía por qué su amiga se había enfadado tanto.

Al entrar en la sala, se dirigió directamente hacia donde estaban Blaise y Theodore, conversando en unas butacas. Se detuvo ante ellos y ambos dejaron de hablar para mirarla, un tanto sorprendidos al ver los nervios de la bruja.

—Alice... —Theodore se levantó y colocó una mano sobre su hombro para tratar de tranquilizarla.

—¿Tiene Draco una misión? —preguntó ella, desesperada por saber la verdad—. ¡Responded! ¿La tiene?

Nott hizo un gesto a Blaise para que no dijese nada. Tras mirar a su alrededor y comprobar que había un par de estudiantes en la sala común, agarró con cuidado la muñeca de Alice y tiró de ella hacia las escaleras, donde nadie pudiese oírles. La bruja se dejó llevar.

—¿A qué viene eso ahora? —preguntó Theodore, sin el tono suave al que ella estaba acostumbrada.

A Alice le costó unos segundos asimilar que no hablaba con el Nott al que ella estaba acostumbrada, sino con uno más frío. No estaba segura de cómo debía actuar con él.

—Respóndeme —exigió.

Ante la negativa de él, sacó su varita, pero el mago se la arrebató con un rápido movimiento, dejándola indefensa. Alice apretó los puños y le miró fijamente, ocultando lo mucho que la estaba sorprendiendo su actitud.

—He preguntado por qué preguntas eso ahora —dijo Nott—. Dímelo y decidiré si contestar a tu pregunta.

—Una alumna ha sufrido un ataque provocado por un collar —respondió finalmente Alice, sabiendo que el chico no cedería—. Potter dice que vio el collar en Borgin y Burkes, y acusa a Draco de ser el responsable de lo ocurrido porque estuvo en la tienda y vio el collar. No hay pruebas de que haya hecho algo, pero necesito saber si mi primo está metido en algo o no.

—Bien... no sé si tu primo es o no el responsable, pero puedo asegurarte que ahora es un mortífago y, al parecer, el Señor Tenebroso le encomendó una misión, aunque no nos ha dicho de qué se trata.

—¿Y tú?

—El Señor Tenebroso sabe que no quieres que yo sea mortífago, y es lo único que me ha salvado de serlo.

Alice asintió. No habría perdonado a su padre el hecho de hacer de Theodore uno más de sus mortífagos.

Pensó en su tía Narcisa y en el modo en el que había actuado al verla llegar a casa aquel verano. Le había dicho que ella podría hacer algo en lugar de otra persona. Tal vez se refieriese a Draco y quisiese que ella le sustituyese en su misión. Aunque no sabía de qué se trataba.

—Si averiguas algo, dímelo —dijo.

—No, no voy a decirte nada —se negó él, mirándola a los ojos—. Pretendes ayudar a tu primo, pero todos tenemos la misma edad y, si es peligroso para él, también lo será para ti.

—Soy más poderosa que él —insistió la bruja.

—No me pidas a mí que te ayude a ponerte en peligro, Alice.

Theodore le tendió la varita, que ella cogió de inmediato, y se alejó de ella sin pronunciar una palabra más.

Los herederos de Voldemort  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora