Capítulo 2: Expreso de Hogwarts

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El andén nueve y tres cuartos estaba, como cada año, lleno de familias de magos que despedían a los alumnos que partirían hacia el colegio. Había lechuzas en sus jaulas, gatos e incluso sapos en cualquier lugar hacia donde se mirase. Y en medio del alboroto, el Expreso de Hogwarts esperaba como siempre a que llegase la hora de partir hacia el colegio de magia.

—Cada año hay más sangre sucias —comentó Draco con asco—. Y traidores a la sangre —añadió mirando hacia la familia Weasley.

Alice reconoció de inmediato a la familia pelirroja que acababa de llegar. Los tres chicos mayores ya habían estado en Hogwarts, pero parecía que aquel sería el primer año del menor de ellos. La pequeña, una chica pelirroja que estaba junto a su madre, parecía molesta por no poder ir ella también.

—Espero que no tengamos que dar ninguna clase con ellos —comentó Alice.

Desde pequeña, le habían enseñado que la sangre tenía una gran importancia. Los Weasley eran una familia de sangre limpia, pero eran considerados traidores a la sangre debido a que se juntaban con hijos de muggles y al gran interés que el padre mostraba por los muggles.

—Percy Weasley es un año menor que yo, y he coincidido con él varias veces —comentó Ethan, claramente disgustado—. Dicen que le han nombrado prefecto este año... pero, por suerte, yo también lo soy.

Alice quedó mirando a su hermano, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Que nombrasen a un alumno prefecto era una gran noticia, y Ethan no había dicho nada acerca de ello.

—¿De verdad lo eres? —preguntó la chica.

—Sí.

Poco después, se despidió para entrar en el tren, dejando solos a los dos primos junto a sus tíos, que de inmediato comenzaron a decirles que no buscasen demasiados problemas y estudiasen.

—Espero que ambos quedéis en Slytherin —comentó Lucius, mirando a ambos con severidad—. Sería una auténtica vergüenza que alguno de los dos quedase en Hufflepuff, o aún peor, en Gryffindor. No podemos consentir tal humillación...

—¿Y qué pretendes hacer al respecto? ¿Echarnos de casa? —preguntó Alice con burla—. Te recuerdo, tío, que fue el Señor Tenebroso quien me llevó con su hijo a la puerta de vuestra casa y os dijo que me cuidaseis.

Dicho aquello, dio media vuelta llevando consigo su baúl y entró en el tren. No le importaba si sus tíos se habían enfadado o no. Debían saber que, a pesar de que fuese su sobrina, no podían hacer lo que quisiesen, pues contaba con la protección de Voldemort.

Buscó un compartimento libre, porque no quería hablar con nadie ni conocer a gente nueva. Una vez hubo dejado su baúl, se sentó, dispuesta a pasar un viaje tranquilo sin ser molestada por nadie.

Poco duró la ansiada tranquilidad, sin embargo, porque un chico llegó a los pocos minutos. Le resultaba familiar a Alice, tal vez por haberle visto en alguna ocasión o por su familia, pero no supo identificarle.

—¿Puedo pasar? —preguntó el recién llegado—. Casi todos los compartimentos están llenos...

La chica estuvo tentada a decirle que no, pero finalmente asintió con la cabeza, dejando que él, tras dejar su baúl, entrase y se sentase frente a ella.

—Soy Nott, Theodore Nott —se presentó.

Alice supo de inmediato por qué le había resultado familiar. Su padre, el señor Nott, había sido mortífago y había pertenecido a Slytherin, por lo que probablemente él perteneciese a la misma casa. Incluso podían llegar a ser compañeros.

—Yo soy Alice Black —respondió ella—. Sí, soy hija de Elizabeth Black —agregó al ver la expresión de sorpresa de él.

—Vaya... dicen que tú madre fue una de las mejores mortífagas, y que el Señor Tenebroso confiaba en ella...

Los herederos de Voldemort  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora