Capítulo 12: El diario de Elizabeth Black

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El primer día por la noche, Alice salió de su cuarto, asegurándose de que nadie en Hogwarts vigilaba los pasillos. Era demasiado tarde como para que los prefectos hiciesen guardias y, dado que todos estaban cansados por el largo viaje, nadie quedaba despierto.

Subió en silencio hasta el séptimo piso y se detuvo frente al tapiz de Bernabás el Chiflado. Pasó tres veces con la necesidad en su mente, y entró por la puerta que había aparecido de pronto en la pared: la Sala de los Menesteres.

Se encontró de pronto en el interior de una enorme sala donde había montañas de objetos que los alumnos de Hogwarts habían escondido durante generaciones. Por suerte, su padre le había dado indicaciones para que pudiese encontrar la diadema dd Ravenclaw, por lo que tardó quince minutos en dar con ella y sustituirla por una copia exactamente igual. Después guardó la original, para entregársela a Voldemort la próxima vez que le viese.

Estaba saliendo cuando un cuaderno le llamó la atención. Llevaba el símbolo de la casa de Slytherin en la portada, y el apellido Black estaba grabado en letras doradas. Vencida por la curiosidad, se acercó a él y lo cogió. Algo de aquel cuaderno la llamaba, y tenía el presentimiento de que algo importante había en su interior. Lo giró y vio, en la parte trasera, el nombre de su madre: Elizabeth Jane Black.

En aquel instante dejaron de importarle las clases, los profesores y todo lo que la rodeaba. Se sentó en el suelo y abrió aquel cuaderno que parecía un diario, mientras pasaba las páginas y veía viejas fotografías. Su madre contaba su vida en Hogwarts, su amistad con Severus Snape, quien al parecer había sido amigo suyo por haber coincidido en el curso y pertenecido a la misma casa. Explicaba que Lily Evans le caía mal, pues ignoraba a Snape, y a ella le dolía ver a su amigo dolido de aquella manera.

Le llamó la atención el momento en el que había conocido a Tom Riddle, a los dieciséis años.

"Siempre he querido ser mortífaga, servir al Señor Tenebroso. Tantas maravillas habla mi familia acerca de él que no imagino vivir de otra forma que sirviéndole, y convertirme al mismo tiempo en un orgullo para mi familia, los Black.

Hoy he visto la oportunidad de hacer mi sueño realidad. Lucius Malfoy y Rodolphus Lastrange, los prometidos de mis hermanas Cissy y Bella, dijeron ayer que irían con mis hermanas a ver al Señor Tenebroso y que él finalmente les dibujaría la marca. Les dije que yo también quería ir, que quería ser una mortífaga, y logré convencerles. Dijeron que me llevarían con él, aunque mis padres opinaban que soy demasiado joven por tener dieciséis años.

Andrómeda estaba en contra de mi decisión, pero ella dejó de ser mi ejemplo cuando se acercó a un hijo de muggles, Ted Tonks, y recibió el rechazo de mi familia. Yo no quiero que mi familia me rechace.

Ver al Señor Tenebroso no ha sido como esperaba. Aparentaba veinticinco años aproximadamente, puesto que creó una poción que le mantiene joven durante más tiempo. Pero aun así, es capaz de inspirar el más profundo terror. Después de dibujarles la marca a Lucius y Rodolphus, me he atrevido a decirle que quería ser mortífaga y servirle. Ha sido entonces cuando ha pedido que nos dejasen a solas, y me he quedado con él.

Me ha lanzado la maldición cruciatus para probar mi resistencia, aunque era algo que yo ya esperaba. Pero después... después me ha ayudado a levantarme y me ha besado. Nunca había sentido nada igual en la vida, estar con él ha sido mágico, se han despertado sentimientos en mí que no había conocido. Creo que él se ha sentido igual. Me ha pedido no contar lo sucedido, lo cual es un alivio, porque mis hermanas se volverían locas si lo supiesen... Me ha dicho también que no podré ser mortífaga hasta los dieciocho años, porque no seré mayor de edad hasta los diecisiete y quiere que piense bien si quiero serlo o no. Una vez diga que sí, no podré echarme atrás.

Los herederos de Voldemort  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora