Los herederos de Voldemort ✔️

Capítulo 11: Dolores Umbridge

Desde el primer momento, las conversaciones habían girado en torno a Potter, en muchos casos criticándole. Muchos magos consideraban que había mentido para obtener un mayor protagonismo, y que la muerte de Diggory, a pesar de haber sido una tragedia, no había sido obra de Lord Voldemort. Familias completas de magos estaban en contra del Niño que Sobrevivió y del hasta entonces incuestionable director, Albus Dumbledore.

Aquel año, en cuanto habían llegado al Gran Comedor, todos los estudiantes se habían percatado de los cambios en el profesorado. Todos sabían que tendrían un nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, pero no habían previsto el segundo cambio. Corrían toda clase de rumores acerca de la ausencia de Hagrid y la llegada de la nueva profesora que Alice supuso que era Dolores Umbridge, de la que su hermano le había hablado. Su aspecto era el de una solterona, con ojos saltones y diadema rosa que hacía juego con una chaqueta del mismo color.

La canción del Sombrero Seleccionador de aquel año fue inesperada. Comenzó haciendo referencia a las cualidades de cada una de las casas de Hogwarts, y después mencionó fuerzas malignas externas que amenazaban el colegio. Advertía también sobre la necesidad de que los alumnos permanecieran unidos por encima de la diferencia de casas. Ningún estudiante había escuchado nunca una canción semejante, en la que el Sombrero Seleccionador tratase de prevenirles sobre un peligro. A Alice no le cabía la menor duda de que la amenaza a la que se refería era Lord Voldemort, pero había quienes no parecían estar tan seguros de ello.

Malfoy fue el primero en burlarse de la canción, con desprecio hacia su casa enemiga, Gryffindor. Al igual que él, ningún miembro de Slytherin estaba dispuesto a dejar de lado sus diferencias y unirse a quienes no consideraban dignos de ser magos.

—Serán los sangre sucias los únicos que estén en peligro en esta guerra —rio—. Y los traidores a la sangre, como los Weasley o Potter.

Alice siempre había estado de acuerdo con él, pero aquel año no le gustó escuchar aquello. Miró durante un segundo a los gemelos Fred y George, quienes bromeaban mientras comían y hablaban emocionados con su amigo Lee Jordan, seguramente contándole todo lo que habían hecho durante el verano y compartiendo ideas sobre nuevas bromas. Sentía que no podía permitir que los gemelos, quienes se habían convertido en sus amigos, fuesen insultados de aquella manera.

—Por una vez en tu vida, Draco, deja de insultar a los de sangre impura —le dijo, haciéndole callar al instante.

Quienes la escucharon la miraron incrédulos, porque nadie esperaba que dijese algo semejante, dado que sus ideas respecto a la pureza de sangre eran las mismas que las del mismísimo Salazar Slytherin.

Nadie se atrevió a hacer ningún comentario al respecto, pues todos eran conscientes de que Alice estaba emparentada con los Malfoy, una de las familias de magos más poderosas, y que además era cercana a Ethan Riddle. A pesar de que su hermano mayor había terminado el colegio hacía un par de años, todos recordaban que la relación entre él y Alice era buena, y que nunca había permitido que nadie se metiese con la chica.

Aquel año, apenas prestaron atención a la ceremonia de Selección, en la que los asustados niños de once años caminaban hacia el taburete para que McGonagall pusiese sobre sus cabezas el Sombrero Seleccionador. Alice, Malfoy y sus compañeros de quinto se limitaban a aplaudir con aburrimiento y sin interés cada vez que oían el nombre de su casa.

Cuando terminó la Selección, Dumbledore se levantó y tomó la palabra, como hacía cada comienzo de curso. Les dio la bienvenida a todos y explicó la sustitución de Hagrid por la profesora Grubbly-Plank en Cuidado de Criaturas Mágicas y la incorporación en Defensa Contra las Artes Oscuras de Dolores Umbridge.

—Ya era hora de que se fuese el inútil del guardabosques —comentó Draco.

Alice no podía más que estar de acuerdo con él. Hagrid no había sido un buen profesor, no había estado preparado para ello y el puesto le quedaba grande. A pesar de ello, no podía evitar sentir un cierto cariño hacia el guardabosques, que solía mostrarse amable con todos.