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#ÚLTIMOCAPITULODEHOPELESS

En Lowell Hills era una especie de tradición por parte de los alumnos de último año organizar una cena la última semana de clases para despedir un buen ciclo escolar y estaba invitada toda la escuela, hasta incluso los de primero. Sí, esta secundaria contaba con muchos eventos sociales a lo largo del año, tantos que resultaba agotador ir y participar de todos y cada uno de ellos, pero suponía que tampoco era una pésima idea después de todo.

Pasé todos los exámenes restantes que debía realizar y por fin me vi promovida a mi último año de colegiatura, de todos modos lo único que me emocionaba del fin de clases era por supuesto el tiempo libre que aprovecharía en las vacaciones de verano... Bueno, todo el verano que Inglaterra pudiera tener, claro.

Retomando el asunto del baile, Pauline y yo fuimos de compras por vestidos y demás cosas que fueran "necesarias". Ella consiguió un atuendo rosa muy sofisticado y también unos zapatos plateados. Y, a pesar de que recorrí todas las tiendas de la cuidad, lo único que logró llamar mi atención fue una falda y una blusa celestes a buen precio en una tienda de ropa de segunda mano... Me consideraba afortunada de que mis gustos ni fueran tan refinados como los de mi amiga.

Los chicos debían usar traje —de nuevo— lo que ocasionaría mi muerte y la de las demás chicas del colegio. Coff, sarcasmo, coff.

Bien, no hay mucho que contar. Creo que ya leyeron el procedimiento para este tipo de ocasiones ¿verdad? Y si no es así sería una lástima, debido a que no me complace estar relatando las largas horas de preparación estética que se requieren. Así que pasemos directamente a la noche de la cena.

Viernes, 8.30 p.m.

Pauline y yo descendimos del auto de Mary frente a la escuela, la leve y refrescante ventisca movió las hebras de mi cabello. Mi tía se asomó por la ventanilla y descendió el vidrio.

—Tomen muchas fotos y disfruten la cena, lindas.

—Muchas gracias por traernos, Mary —sonrió Pauline.

Nos despedimos de ella y emprendimos rumbo al interior del establecimiento. La entrada principal estaba ornamentada con guirnaldas y dos chicas de último año recibían a los invitados en la puerta.

—Ah, ah —dijo una, haciendo detener a un grupo de chicos que intentaba pasar—. Sin bebidas alcohólicas o la cena se cancela y tendremos llamar a sus padres.

Bueno, nosotras no portábamos bebidas o sustancias toxicas así que pasamos sin ningún problema.

En el hall colgaban serpentinas violetas y negras, globos dorados a cada lado de un cartel daba la bienvenida a las personas que arribaban y salían al patio exterior. Mesas redondas con manteles combinados, mesa de aperitivos, estudiantes charlando, música de fondo.

—¿Qué dijeron los chicos? —pregunté.

—Mmm —ella chequeó su reloj de muñeca—, según George llegarían a las ocho treinta, pero nos los veo, ¿tu sí?

Hice un recorrido periférico de todas las personas en el lugar pero no hallé rastro de Tonto, Retonto y Supertonto.

—Supongo que se les hizo tarde.

Un encogimiento de hombros concluyó con su frase. Ambas divisamos la mesa con bocadillos y sutilmente sacamos unos cuantos, pasaron otros minutos y nos encontramos con Lou Chang, Kennedy Brince y una chica más a quien presentaron como Amanda. Charlamos animadamente un rato, Amanda fue agradable y no sé en que momento terminamos jugando a verdad o reto entre todas. Intercambié con Pauline mi mirada de desprecio mientras muy a mi pesar me dirigía junto al chico que musicalizaba la velada para pedirle que pusiera la canción más escuchada en todo el año. Esa asquerosa melodía pegadiza e insoportable pero que no puedes evitar cantar y bailar.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora