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Estiré el moño improvisado de la coleta que me hice y miré mi conjunto deportivo. Hacer actividad física no era un sueño cuando tu condición física está por los suelos, y era mucho menos agradable en el primer día de clases.

En el patio había dos grupos, los chicos formados en una fila en la cancha de basquetball con el entrenador, y las chicas en una ronda con la entrenadora en el medio. Llegué a mi grupo y en seguida sonó el silbato, acto que hizo sobresaltarme.

-Tu debes ser Lorraine Evans- vociferó la mujer, que cabe aclarar, tiene una voz de camionero.

Basta Lori, contrólate.

-Prefiero Lori- la corté haciendo que algunas de las chicas rieran.

-Pues lástima, porque ahora serás Evans- me sacudió de los hombros- Toma asiento.

Obedecí y me senté junto a unas chicas a las que les sonreí en forma de saludo.

-Bien como tenemos a la nueva en el grupo me presentaré. Soy Penny Huff y soy la entrenadora de la clase femenina de actividad física. ¿De dónde eres Evans?

-Manchester, nací allí.

Sonó el silbato, otra vez.

-Bien las formalidades terminaron. A correr, tres vuelas trotando y dos caminando, ya.- ordenó Troncha Toro.

Bufaron, pero en seguida formaron una fila y comenzaron a correr.

El patio era una gran extensión de la escuela, por lo que tuvimos que correr al rededor de la cancha de basquet.

Traté de regular mi respiración así que cumplidas las 3 vueltas comencé a caminar.

Aunque el estruendo de los latidos de mi corazón resonando en mis oídos no cesaban, oía gritos, como si fueran esa música de fondo que suelen poner en la mayoría de las películas, de todas formas decidí ignorarlo.

Seguí el camino, cuando mi pié se trabó en una piedra y traté de no caer. Pero todo se fue al demonio cuando algo impactó tan fuerte con mi espalda que fue inevitable no caer de cara al suelo.

Qué gran primer día, Lori.

¿Dónde quedó el no humillación?

Afortunadamente las palmas de mis manos, antes del impacto, cubrieron mi cara evitando que rompiera mi nariz.

-¡Blake, voy a matarte!- gritaron a mi lado.

Giré la cabeza rápidamente viendo como un chico del otro grupo intentaba pararse y cuando lo logró, pasó arrollandome de nuevo, y él calló al piso.

-Ay, mi pierna.- se quejó.

Gimiendo, me puse de pié al mismo tiempo que el chico, que cuando me miró a su lado abrió la boca y los ojos como platos.

-Ehm... ehm... ehm...- balbuceó.

Calmé mis antojos de insultarlo por ser tan descuidado y me enfoqué en fruncir el ceño y ver sus rasgos. Su cabello era rubio, tez blanca y unos grandes ojos azul verdoso, contextura física: sería flacucho, aunque es más alto que yo.

-Oye Reece, ¿te caíste?- un chico castaño llegó a su lado, pero me vio y todo rastro de diversión en su rostro al hacer la pregunta anterior se desvaneció-. Auch.

Mientras tanto yo no dije nada, absolutamente nada. Ni siquiera un "si, auch, eso pensé cuando caí".

-Ouh... ehm...- siguió tartamudeando-. Tu ser la nueva, ¿verdad?- al fin logró articular.

¿Por qué rayos habla así? ¿Tal vez sea extranjero? No lo creo, sino, no hubiera hablado el idioma antes y luego de caer.

-Oye, soy de Manchester, no de Júpiter- dije sarcástica tratando de no rodar los ojos.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora