3 3

466 54 12
                                    

Pongan una canción super sad y lean el cap o si no...

—No ocurre nada nuevo por acá, pero en realidad aún estoy acostumbrándome a no verte, Lori. Aún sigo yendo a casa de tu abuela y preguntando por ti, creyendo que sigues aún en tu vieja casa.

Mi vieja casa... Qué raro sonaba eso. Desde mi partida, seguro sólo ella y la abuela notaban la ausencia de mi familia, no habría amigos a quien acudir a ver con urgencia ni nada por el estilo. Ya lo había mencionado; yo no era muy popular aquí.

La Chica de Los Sombreros seguía contándome como habían estado las cosas por la cuidad; sobre la escuela y demás. Hubiera gustado objetarme, pero la verdad era que no me interesaba demasiado qué podría estar contándome; estaba demasiado distraída divagando con mi yo interior.

—¿Y qué tal todo? —le pregunté.

Su silencio repentino hizo que la mirara de refilón por un segundo. Apretaba sus finos labios en una línea, como si estuviera debatiéndose entre hablar o no. Su estilo del día era un bonito sombrero pequeño color beige decorado con un moño negro a un costado, un abrigo del mismo color y una bufanda turquesa que resaltaba sus eléctricos ojos. Se pusiera lo que quisiera, ella lo lucía con elegancia y sofisticación, podría usar un disfraz de payaso y de seguro se vería adorable.

—Ya preguntaste eso por tercera vez, Lori. Se nota que estás algo ida.

Rió amargamente.

La abuela nos había mandado a hacer las compras, sin percatarse que afuera estaría helando por la brusca ventisca que recorría de este a oeste. Ella creía que era ideal para pasar un buen tiempo de calidad. Ahora regresábamos, cada una con una bolsa de tela del centro comercial en cada mano que contenía lo que prepararían para la cena de cumpleaños esta noche, y alguna que otra cosa para tener lista antes de Navidad.

—Lo lamento, Vanessa. Creo que el estar aquí otra vez me afectó —admití con cierta preocupación.

—Lori —se detuvo y colocó las pesadas bolsas a cada lado de su cuerpo—, ya pasó mucho tiempo y sigues igual de distante como si no hubiera transcurrido ni un segundo. Debes rehacer tu vida. Sé muy bien que es extremadamente duro pero... —resopló— Tu abuela se preocupa mucho desde aquí. Siempre nos lo dice a mi y mi mamá.

Me detuve unos centímetros delante de ella, dándole la espalda y parpadeé para que el picor en mis ojos se disipara tan rápido como había aparecido. Estaba con la guardia baja.

—La abuela se preocupa mucho por los demás. Yo estoy bien.

Escupí lo primero que se me cruzó por la mente y lo que mi boca pudo formular. Intenté retomar el paso de nuevo pero ella se me adelantó.

—Lamento si soné grosera con lo que dije, te comprendo. Sólo no quieras arruinar el cumpleaños de tu abuela con tu actitud distante toda la noche, ella esperó mucho por volver a verlos.

Llegamos a casa por segundos de diferencia, Vanessa fue la primera en entrar y saludar otra vez a todos con una de sus cálidas sonrisas y yo me dediqué a pasar por la sala y llegar a la cocina con las bolsas y dejarlas sobre el mesón de mármol con una pesadez como si hubiera cargado bolsas de ladrillos.

—Lori, ¿gustas un chocolate? —me preguntó la señora Lange mientras servía el agua caliente en unas tazas.

Me fijé en la hora que enseñaba el reloj a un lado de la heladera y volví mi atención a la vecina.

Negué.

—No. Eh, creo olvidamos comprar algo de la lista —mentira—. Iré otra vez al centro.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora