4 1

310 39 6
                                    

Una semana más transcurrió desde que se llevaron a Pip. Sí, ahora contaba los días de ese modo. No pueden culparme, aún me dolía, y seguía molesta con Mary por entregárselo así como así a quien sabe qué tipo de personas, el pequeño animal sólo llevaba dos semanas en la casa y ya había sido hechado como bolsa de basura al primero que pudo llevárselo. El can se había convertido en una buena compañía para mi en la casa, a pesar de estar las primeras horas del día en la escuela y luego volver agotada a realizar mis tareas, él siempre estaba ahí y yo trataba de darle lo más de mi tiempo que podía. Así mismo, Devon también le tomó cariño bastante rápido, hasta lo llevamos a caminar juntos un día luego de que lloviera, por eso se puso algo triste cuando viO que ya no estaba con quien solía jugar en el patio de la casa. Sé que Rob también está algo sorprendido de su ausencia, más no dijo nada al respecto y sólo se limitó a seguir con sus actividades al igual que mi tía.

—¿Pero no dijiste que se lo llevó un refugio?

—Sí, pero nadie sabe. Podrían ser esa clase de refugios que maltratan a los animales, o aún peor.

—¿Dijo que es nuevo en la cuidad?

—Ajá.

Pauline y yo estábamos sentadas en las filas del medio en el auditorio, viendo como los protagonistas principales de La Bella y la Bestia ensayaban la obra. Los papeles habían sido asignados hace cuatro días y la lista la conformaban:

Charl, la-chica-que-quería-ser-actriz, como Bella; George, como el padre de Bella; Reece, el-no-entusiasmado-con-actuar, como el Príncipe Bestía; Kennedy Brince, como la señora Potts; Blake, como Lumiere; Shina, la-que-no-sabía-hacer-una-cara-de-sorpresa, como Din Don el reloj (ya no había más chicos en la obra); Pauline había recibido el título en ser la encargada del peinado y maquillaje; y yo quedé como la suplente de Bella. Era casi improbable que participara en la obra porque Charl había asegurado que estaría de pié en el escenario sin importar que estuviera enferma, lesionada, fracturada o tuviera que atravesar viento y marea, todo eso supuso un gran alivio en mi.

—¡Ahora deben entrar Lumiere y DinDon en escena! —gritó el prefesor John—. ¡Lumiere Y Din Don a escena! ¿Dónde están mi Lumiere y Din Don? ¡La obra ya está retrasada! Adelante, que pasen Lumiere y Din Don.

Las ordenes del profesor al final resultaron. Sólo los personajes primarios estaban sobre el escenario y el resto: los guionistas, directores y extras, nos limitábamos a ver lo que serían las flamantes actuaciones el día del estreno. Lo que sea era mejor que estar sobre el escenario debutando mientras el profe John gritaba a diestra y siniestra lo que hacías mal.

—¡Abran el telón!

Así lo hicieron los ayudantes, revelando a Shina vistiendo un gigantesco círculo de cartón sobre la camisa, haciendo referencia a un reloj. Pero del chico que se suponía sería el candelero hablante, ni rastro. John giró la cabeza en dirección a Pauline y preguntó:

—¿Cuándo estará listo el vestuario?

—No se preocupe, estoy trabajando en eso. —Aseguró la rubia.

Regresó su vista al escenario.

—¿Dónde está Lumiere?

—No vino hoy —respondió Shina.

—¡Por un demonio! —vociferó John—. Ya estamos muy retrasados y ahora hay personas que no vienen a los ensayos, una completa falta de respeto...

Y el profesor John explotó, por tercera vez en el día.

—Paulie, ¿crees que podrías acompañarme a ese refugio al salir de la escuela? —susurré para evitar captar la atención del mayor.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora