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Silencio.

—No esperaba verte por aquí —dijo repentinamente.

—Bueno, en realidad no tenía planeado salir de casa hoy. Pero es un lindo día, ¿no lo crees?

Reece continuaba con sus manos en los bolsillos de su pantalón, intercambiando miradas entre el parque y el cielo azulado. Parecía querer decir algo y a la vez quedarse callado.

Creo que todos alguna vez pasamos por esa situación incómoda en la que no sabes que más decir y el ambiente se sumerge en un profundo tanque de incomodidad. En este caso las cosas no fueron exactamente así, sí hubo un silencio demasiado prolongado diría yo, pero no era para nada incómodo. O al menos no lo sentía así.

El can en mi regazo se removió inquieto y profirió un leve quejido, acto que hizo a Reece bajar su vista a él.

—¿Es tuyo? —cuestionó con un dejo de sorpresa.

—Sí y no. Lo estoy cuidando hasta que encuentre un nuevo hogar, pero no es mío.

De un momento a otro el ojiverde abandonó su postura erguida y se sentó en la banca junto a mi, eso sí, guardando una considerable distancia de espacio personal entre ambos.

—¿Puedo cargarlo?

Me sonó a esa pregunta que en general se hace cuando hay un bebé en cuestión, en este caso era un cachorro pero me parecía bien. Quise reír ante la ocurrencia, pero suprimí mis deseos y luego de asentir le pasé al pequeño animal.

Le acarició la cabeza con suavidad repetidas veces y medio sonrió cuando el animal quiso intentar morder su dedo. No sabía que a Reece le gustaran los animales, ni siquiera sabía que a mi me agradaban mucho antes de encontrar al cachorro, pero eso no quiere decir que pensaba que eran seres insensibles o inferiores, de hecho todo lo contrario.

Fue aquel instante en que supe que, a pesar de haber pasado mucho tiempo con él, en realidad sabía muy poco de su vida o que cosas le gustaban y que no. Había realizado un acuerdo conmigo misma que debía ser menos egoísta y dejar de pensar tanto sólo en mi, para así dar paso a los sentimientos de los demás. Era por eso que mis relaciones anteriores no progresaban en nada, siempre estaba al pendiente de mis problemas triviales que dejaba de lado el saber que los demás también tenían algo que decir. Estaba trabajando en ello. Pero tenía que dar el paso.

—Lamento todo lo que sucedió —hablé. Reece se detuvo un segundo en acariciar al can pero luego continuó—. Me apena mucho que esto esté ocurriendo y me hace sentir malditamente desgraciada haber ocasionado todo. Interpuse mis problemas antes que a las personas que me importan, y eso no es amistad. Fui una horrenda amiga.

—No todo fue tu culpa, Lorraine. Todos interpusimos nuestros problemas antes que a la confianza y ahora nos damos cuenta de lo que hicimos. Si te sirve de algo, yo también fui un pésimo amigo.

—¿Seguimos siendo amigos?

—Creo que, de algún modo, nunca dejamos de serlo.

Inspiré profundo y quise saltar de la banca pero me contuve.

—Entonces llamaré a los chicos y luego podemos...

—Espera —me cortó—, eso no significa que todo está resuelto.

—Pero y Blake...

—Lori, no te confundas. Dije que nunca dejamos de ser amigos, pero la amistad se basa en la confianza y Blake ocultó demasiadas cosas.

—Yo también lo hice pero me perdonaste.

—Pero él no tuvo intenciones de hacer lo mismo y creo que tampoco las tendrá muy pronto. Está bien si es lo que él quiere.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora