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Acepté salir con los chicos. Sí, exactamente. Tal vez la pasaría bien con todos ellos, tal vez me divertiría, tal vez terminaría en desastre... ¿pero qué más daba?

A la hora de la salida decidí ir caminando a casa, así conocería más el lugar y sería una oportunidad para al fin conocer las grises y largas calles de Accrington. El día como la mayoría estaba nublado y corría una suave y severa brisa que significaba que otoño se estaba por hacer presencia. Subí el cierre de mi chaqueta y acomodé la falda azul a cuadros de mi uniforme antes de salir. Caminé a la salida dónde fue la última vez en la que vi a Lou y a Kennedy y les sonreí en modo de despedida. Conecté mis auriculares y así como vine caminé hasta casa.

Un eco retumbó apenas en mis ondas auditivas, luego otra vez y bajé un poco el volumen de la música.

-¡Lori!- gritaron detrás- ¡Lori!- reconocí la voz de Reece y lo vi venir hacia mi corriendo algo mal mientras su corbata se movía a todos lados por sus movimientos--. Te reconocí y me picó la curiosidad- reguló su respiración y continuó-: ¿a dónde ibas?

-Mi casa queda en ésta dirección- señalé el sendero de calles.

-La mía igual- se mostró sorprendido-, ¿te parece si vamos juntos?

-Ya estás aquí así que...- rió- Vamos.

-Los chicos estaban felices de que aceptaras venir con nosotros- comentó-. Les agradas demasiado y a mi también- sonrió.

-Yo ya dije demasiado por hoy- espeté y traté de no sonrojarme por su comentario poniendo mis manos frías disimuladamente sobre mi rostro.

Una brisa sopló alborotando mi castaño cabello al igual que a Reece, crucé mis brazos para protegerme. Este es el momento en el que quisiera que mi chaqueta tuviera bolsillos.

Quedamos en silencio hasta la mitad del camino hasta que rompió la fina capa de inseguridad si hablar o callar con la siguiente pregunta:

-¿Por qué te mudaste?- me estremecí pero no por el frío. Me estremecí ante la pregunta. Me estremecí ante todo lo que había sucedido. Me estremecí por la respuesta. Y no supe que contestarle. Eso ya me lo habían preguntado estando en presencia de todos los chicos pero no dije mucho, ahora tampoco lo haría.

-¿Lori?- inquirió-. ¿Estás bien?, ¿dije algo malo?

Negué frenéticamente.

-No, no. Tu no hiciste nada malo. Lo lamento.

-Perdona no quería incomodarte- rascó su nuca. Oh diablos, Lorraine, lo hiciste sentir culpable.

-Ésta es mi casa- indiqué cuando llegamos al frente. Por fuera lucía cálida y bonita, claro que lo estético ocultaba el horrible color de las paredes. Sólo era cuestión de que nadie viera eso, y por eso se añadían decoraciones y objetos bonitos; pero no podrían cambiar lo que estaba dentro.

--¿Y si lo pintamos?-- recordé las palabras de Rob.

-Oh, si la había visto en venta cuando pasaba por aquí pero no se me ocurrió que serías tú la que viviera aquí.

-¿Dónde es tu casa?

-Dos calles más y doblando la derecha- indicó- ¿Quieras que te recoja para ir con los chicos?

Asentí- Claro.

-Bien, nos vemos- saludó antes de irse.

Entré a la casa, no había nada en silencio, al contrario. Devon vestía con una capa y estaba jugando videojuegos con Rob a su lado mientras escuchaban heavy metal.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora